Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Jueces para la dedocracia

La democracia española es ejemplar. En lugar de separación de poderes, los ha aproximado en sus comportamientos

Si los jueces son independientes, ¿qué importa quién los elija? Da igual, porque ellos van a blindar su independencia con el ardor de una virgen que no se casa con nadie. La albura de las puñetas que adornan las mangas de sus severos monos de trabajo simboliza la pureza incontaminada de sus sentencias. Ajenas a presiones y a encuadramientos políticos. La duda ofende. Igual que nuestros monarcas deben estar muy ofendidos por la sospecha de que el elitista colegio inglés en el que va a estudiar el Bachillerato la Princesa de Asturias lo iba a pagar el erario. La Casa Real, sin que nadie se lo exigiera, ha salido veloz a proclamar el hecho portentoso de que las facturas de ese colegio privado las pagarán los reyes de su bolsillo. ¡Qué país tan desagradecido el nuestro! En lugar de apresurarnos todos a abrir una cuenta corriente patriótica y nacional para pagarle los estudios a doña Leonor, nos da por pensar que todos los Borbones son iguales. Bueno, en algo si son muy parecidos, desde Fernando VII. Son reyes de quita y pon. Van de sus exilios a nuestros asuntos, los de los españoles. Reinan, la cagan, se tienen que exiliar, después de un trauma nacional, y luego, para volver, pactan con las fuerzas vivas y ejecutoras para que los injerten de nuevo en el árbol patrio, en espera de sus sabrosos frutos. La virtud más valorada en la monarquía española es la de discontinuidad. Las autonomías se han mostrado especialmente eficaces a la hora de hacer frente a algo tan inesperado y poderoso como una pandemia. Alguien podría pensar que la hidra de las 17 cabezas no iba a ser capaz de luchar al unísono con el endiablado problema sanitario. Pues ahí la tenéis, sin un mal gesto, haciendo frente de la mano al Covid y sus variantes. ¿Y qué decir del legislativo? Los diputados, atentos a las necesidades de sus votantes, en continuo contacto con ellos, descuidando las obligaciones partidarias, enfrentándose a sus líderes, al borde del suicidio políticos, para obtener mejoras para sus circunscripciones. Ferozmente Independientes. Fue Churchill el que dijo que la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás. El esfuerzo titánico de la democracia española para aproximar, en su ejemplar comportamiento, a los tres poderes del estado, en lugar de separarlos, confirma la clarividencia de sir Winston.

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