Juego de tronos

La solución es fácil: primar al ganador. Pero lo fácil no le gusta a la clase política. ¿A qué se dedicarían entonces?

En una de las escenas más jocosas del final de "la serie de las series" contemplamos la elección parlamentaria de un gobernante, fuera rey o presidente, al estilo de las asambleas de nobles visigodos. El resultado lo conocen ustedes. Y no seguiré dando pistas para que no me acusen de revelar el secreto conocido por muchos, fácil oxímoron. De forma similar, sabemos el resultado de las elecciones municipales en nuestra ciudad pero no quién se llevará el trono de la alcaldía. Es una pena que nuestro dragón de la Tarasca no lance fuego y pudiera fundir algunos sillones, en particular el que quiere ocupar Cuenca y Sebastián. Ya tiene su guasa que Granada se vea entre Cuenca o Sebastián, y el que tenga que decidir sea un Salvador. Disculpen el mal chiste pero es lo que tiene llamarse González y García. No tendrá fácil, o quizás sí, el partido naranja para explicar si tira para Cuenca o para Sebastián. Y por seguir con la geografía, me pregunto si la decisión se tomará en Madrid, Sevilla o Granada.

Se nos avecina un inmenso juego de pactos, por tronos, en nuestra ciudad y en otras muchas ciudades y en algún otro gobierno autonómico. Podremos ver a candidatos que ganaron en votos pero no gobernarán y podremos ver su cabreo por no respetar aquello de que gobierne el más votado. Seguro, seguro, que hubo ejemplos anteriores en que los que ahora lloran antes se beneficiaron del mismo juego de tronos, digo pactos. La solución es fácil: cambiar el sistema electoral y primar al ganador. Pero lo fácil no le gusta a la clase política. ¿A qué se dedicarían entonces?

Lo que más agrada a la política es estirar los tiempos y tener a la ciudadanía, por tres semanas o por los meses que se les antoje, pendiente de quién será el alcalde o el presidente. Todo habrá que hablarlo y negociarlo muchas veces porque los programas y las políticas son cosas serias, dicen. Cuando en realidad de lo que se habla y discute es de quién se va a sentar en el trono, dejémonos de tonterías, o de otras cosas, que diríamos en dialecto granadino.

Consuela pensar que en cuatro años no tendremos más elecciones y por tanto las asambleas y los gobiernos podrán dedicarse a intentar resolver los problemas de los Rodríguez, los García, los Martínez o los López. Yo me conformo con que no creen nuevos problemas. Vale.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios