Vuelvo el rostro y puedo verla detrás de mí. Lloraba sin la menor contención y al retroceder dos pasos me abrazó arrastrándome con ella al espacio privado de la emoción, haciéndome cómplice de su propio llanto, descubriendo el efecto de las palabras que acababa de gritar a la multitud. Era agosto del 2005, mi abuela había muerto justo un mes antes sin llegar a escuchar aquel pregón que escribí pensando en ella, en mi madre y en varias generaciones de mujeres obligadas a abandonar su casa, sus pueblos, a sus gentes, en busca de un futuro mejor y, lo que resulta cruel, no para ellas, sino para sus hijos y, sobre todo, para sus hijas. Varias generaciones que se sacrificaron para que yo fuese lo que soy, casi igual, casi libre, casi independiente.

Del otro lado del teléfono aquella primera conversación en la que no hubo lugar para la duda. "Me llamo Julia y soy la alcaldesa de tu pueblo". Contundente y segura. Al poco de colgar ya había organizado todo tipo de actos culturales para llevar al pueblo, entre ellos una macro lectura de poesía a la que acudieron sin rechistar más de quince poetas nacionales e internacionales. Allí fueron la Premio Nacional Ángeles Mora, el "multipremiado" y reconocido Andrés Neuman, la dramaturga y poeta, recientemente galardonada con el "Juana Castro" de poesía, Gracia Morales o el poeta cubano Guillermo Rodríguez Rivera. Una lista de nombres y un recital que llenó de versos el salón de la biblioteca. Sé que hoy muchos de aquellos poetas al leer estas palabras recordarán a Julia, su conversación, su historia, la pasión con la que narraba, y se sorprenderán tanto como yo con su muerte.

Julia Díaz Aguado fue la primera y única alcaldesa de mi pueblo, Pinos del Valle, fue Vicepresidenta de la Mancomunidad de la Comarca del Valle de Lecrín y tuvo claro, desde que accedió al cargo, que por encima de cuestiones políticas, de controversias administrativas, de limitaciones consistoriales o asuntos locales, en un municipio tan pequeño, tendría que luchar contra su propia condición, era mujer y joven.

En el siglo VI a. d. C, escribió la poeta griega Safo, denominada por Platón, dejando de alguna manera en un segundo plano su condición de creadora, "la décima Musa": "Os aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro". En este presente mío que es el futuro de la poeta de la isla de Lesbos, lloro tu muerte tan temprana y espero que el futuro próximo lleve una placa con tu nombre grabado, para que las generaciones venideras no olviden que fuiste la primera en un pasado imperfecto. D.E.P.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios