El as en la manga

Ángel Esteban

Kaká y Dios

ALGUNOS simplones se creen Dios porque un día les crece el bigotillo o tienen suerte en la vida y ganan unos millones o salen tres veces seguidas en la televisión. A otros, un poquito más nublados del bolo y del ego, se les sube el (póngase aquí el gentilicio latinoamericano que corresponda) a la cabeza, se creen superhombres y llegan a "matar" a Dios con su joroba, como Nietzsche. Seguramente recuerdan aquello de las tres pintadas famosas en el mismo lugar, como un palimpsesto: "Dios ha muerto", firmado: Nietzsche. Más tarde, cuando el filósofo falleció: "Nietzsche ha muerto", firmado: "Dios"; y la tercera, muestra del desencanto del hombre contemporáneo: "Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto, y yo la verdad no me encuentro muy bien".

No es el caso de Kaká, que a día de hoy, con 25 años, tiene un palmarés envidiable. Sólo en este año ha ganado el Mundial de Clubes, la Champions, la Supercopa de Europa, el Balón de Oro, el FIFA World Player (mejor jugador del mundo mundial), Mejor jugador FIFPro, Mejor Delantero Champions, y además Pichichi de la Champions. Eso sin contar los siete trofeos anteriores, desde que tenía 20 años. El brasileño, a pesar de ser objetivamente algo fuera de este mundo, mantiene una actitud razonable y humilde con respecto a su verdadero lugar en el universo. Sabe que él está aquí, y Dios allí. Y que eso no cambiará aunque su vitrina particular y la de su equipo revienten de oro, plata y diamantes. El domingo, estaba viendo la final del Mundial de Clubes, y no me sorprendió nada que, nada más meter su golazo, se levantara la camiseta y apareciera otra con el siguiente lema: "I belong to Jesus" (pertenezco a Jesús). Es decir: sé que lo que soy se lo debo a Él. No extraña, en un triunfador nato, que juega al fútbol con corbata, como antes lo hicieron Cruyff y Laudrup, y que no ha tenido ninguna vergüenza de declarar que llegó virgen al matrimonio y que cuando se retire del fútbol, en lugar de seguir forrándose con la estela de la fama, se hará sacerdote.

Hay actitudes que no sólo definen un modo de vida, sino que demuestran que es posible sobrevivir contra la corriente. No se trata de hacer apología de nada, ni de sacar los diferentes orgullos ideológicos para molestar a los que no piensan igual o hacerse notar de un modo infantil e inmaduro, sino de mostrar con naturalidad, lo que uno es y su modo de pensar. Como podrán comprender, este pensamiento no va dirigido a los que no creen en Dios, sino a los que creen y tienen vergüenza de que se sepa en su entorno, porque los nuestros son malos tiempos para la lírica.

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