Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Lecciones alemanas

Cuando la extrema derecha sustenta su éxito en la polarización, resulta vivificadora la apelación al respeto

He seguido con interés las elecciones alemanas, me he alegrado por la victoria de los socialdemócratas y espero que Scholz pueda ser el próximo canciller federal. Pienso que la socialdemocracia es la opción política adecuada para construir un mundo mejor. Pretende conciliar los dos grandes pilares sobre los que se asienta la dignidad de la persona: libertad e igualdad, y defiende principios como justicia social o solidaridad que hacen más decente a una sociedad. En todos los rankings de calidad democrática y de bienestar social ocupan los primeros lugares los países escandinavos: Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. En todos ellos gobiernan los socialdemócratas. Pero lo más importante es que han gobernado la mayor parte del último siglo. Durante decenios han ido construyendo sociedades más igualitarias y justas. Sería bueno que Alemania, el motor de Europa, se una a este grupo de países en el norte y en el sur de Europa (España y Portugal).

Pero, más allá de esto, las elecciones alemanas nos dejan dos lecciones importantes vinculadas al mayor riesgo que se cierne sobre la política europea: el "ocaso de la democracia" por el crecimiento de la ultraderecha, utilizando la expresión de Anne Applebaum.

La primera es que el aislamiento de la ultraderecha no ha favorecido su crecimiento. Sabemos que el partido de Merkel ha rechazado tajantemente cualquier acuerdo político con AfD en los últimos cuatro años. Esa actitud no ha hecho crecer a la ultraderecha sino que, por el contrario, han bajado más de dos puntos, especialmente en el oeste de Alemania, y ya son la quinta fuerza política, no la tercera, lo que les hace irrelevantes en el ámbito nacional, aunque fuertes en la antigua RDA. Si la derecha española entendiera eso, quizás Applebaum no se hubiera borrado de la Convención del PP.

La segunda lección ha sido destacada en las últimas semanas pero quiero incidir sobre ella. La campaña del candidato socialdemócrata se ha basado en la idea de respeto. Cuando la extrema derecha sustenta su éxito en la polarización de la sociedad, en la agitación de conflictos en torno a la nacionalidad, la raza, la religión o la orientación sexual de las personas resulta vivificadora esta apelación al respeto. Un respeto que no es sólo la tolerancia liberal sino que va más allá. Significa, como ha explicado Martínez Bascuñán, mirar con respeto a la gente para entender sus problemas, a los jóvenes con la vivienda, a los mayores con los cuidados, a las mujeres con la brecha salarial. Si con ese discurso se pueden ganar elecciones, hay esperanza.

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