Legión de botarates

Han perdido el sentido del ridículo o nunca lo tuvieron y sufren más ambición de poder que de saber

Nos inquietan a muchos españoles los preocupantes derroteros que, cada día que pasa, los acontecimientos de carácter social y político van perfilando con más sombras que luces. Y son fundamentadamente inquietantes por cuanto, si bien es cierto que los mayores esfuerzos, los afanes que inundan los días que vivimos, están todos orientados a la consecución de la concordia, del bienestar, de la cultura y del progreso en todos sus órdenes y manifestaciones, para todos y en las ciudades en las que vivimos y las naciones que hemos venido conformando, muy al contrario y en los últimos años y hasta meses, viene lo cotidiano distinguiéndose por unos ciertos tintes, progresivamente acentuados de desnorte, falsedad, crispación y de violencia que deterioran, sin duda, las esperanzas de un futuro de paz y de progreso en esta España que nos duele.

Además creo que, lo que de verdad tiene mucho más que ver con la calidad de los gobiernos son las actitudes, los valores y la capacidad de los que se dedican a regir la res pública: ese espacio y conjunto de acciones para ordenar la existencia de los seres humanos, sus vidas, sus relaciones y las de las naciones en civilización.

A la vista del escenario, es fácil pensar que la gran mayoría de los políticos actuales -seríamos muy injustos generalizando- jamás leyeron cosa notable o de meritoria mención. Aparte alguna prensa. Digo obras, absolutamente insoslayables para quienes pretenden gobernar al inmediato mundo y sus vecinos y que nos dejasen escritores, pensadores, valiosos hombres públicos y hasta tratadistas españoles de dimensión y talla universal, algunos. Desde Fray Antonio de Guevara u Oliva Sabuco hasta Unamuno. O de Quevedo a Lope, de Cadalso a Larra o de Galdós y Valle a Julio Caro o Javier Marías, pasando, necesariamente, por Feijóo, María Rosa de Gálvez, Mayans y Cabarrús. O de Concepción Arenal, naturalmente, a María Moliner y Clara Campoamor. No digamos de Cervantes… Y no cito a vivos y otros muertos poco o mucho ha.

Lamentablemente la tan incipiente o inexistente preparación y desinterés por el conocimiento de muchos -pero muchos- de los políticos actuales; que han perdido el sentido del ridículo o nunca lo tuvieron y sufren más ambición de poder que de saber; nos sitúa en manos de una legión de botarates y parlanchines de pluma inflada y cerebro vacío, que hablan, con elocuencia, y deciden sobre todos cuantos asuntos desconocen profundamente -y en superficie- en la convicción de que, por el simple hecho de gozar de democracia y tener por ello el derecho a ser candidatos y luego ser elegidos para lo que sea, también creen tener infusas las virtudes y el saber necesarios. Lo malo es que eso sólo lo creen ellos, sus partidos y pocos más. ¿O no?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios