Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

Libertad de prensa

COMO cada año, el pasado martes se celebró -es un decir- el día internacional de la libertad de prensa. En él se recuerdan a las decenas de periodistas asesinados en todo el mundo o que permanecen encarcelados por ejercer el derecho a informar y opinar, que es uno de los derechos fundamentales para cualquier sociedad. Ellos son la punta de lanza de la profesión, considerada una de las más arriesgadas del mundo. En lo que va de año nueve informadores han sido asesinados y 300 permanecen en prisión. El 90% de los casos de periodistas asesinados quedan sin resolver por intereses de Estado.

China, Irán y Cuba se han convertido en las principales cárceles del mundo. Los grupos paramilitares (FARC), las mafias, el crimen organizado, los grupos terroristas son causantes directos de las muertes y desapariciones. Infinidad de crímenes nunca serán resueltos, caso de Rusia, de Filipinas, etcétera. Pero, en general, los regímenes dictatoriales, los que pueden encarcelar, amenazar o silenciar las voces disidentes se llevan la palma.

Pero hay otras formas menos violentas, aunque, finalmente el resultado sea un atentado contra la libertad de expresión. La Federación Española de Asociaciones de la Prensa ha denunciado que 3.351 informadores han perdido su trabajo en año y medio en España. El cierre de periódicos, emisoras, los recortes de plantillas, el trabajo basura ha originado esta situación, amparada en la crisis, donde, como siempre ocurre, los trabajadores, el eslabón más débil del sistema productivo, sufre en primer lugar las consecuencias. Hace tiempo -incluso antes de la crisis- que la libertad de expresión viene sufriendo atentados. Unas veces por intereses editoriales, por presiones políticas y otras por caprichos de algunos mal llamados profesionales que intentan, a cualquier precio, quitarse estorbos por simples cuestiones de celos o antipatías.

Mantener la libertad y la independencia es, muchas veces, un lujo que se hace más difícil cuando se empequeñece el mercado editorial, las opciones y las ofertas. Difícil para las empresas, pero, sobre todo, para los profesionales. Cuando a un periodista se le cierra la forma de expresarse -aparte de los hechos extremos de la vida o de ir a una cárcel- es como si le quitaran el aire que respira. Porque no sólo es importante -que obviamente lo es- poder desarrollar el medio de vida que ha elegido y para el que se ha preparado, sino que es vital no sentirse amenazado, amordazado o sin hueco para hacer llegar su voz en sociedades que cada día reclaman con mayor énfasis -aunque no siempre con éxito- sus derechos y sus libertades sin los que es imposible concebir al propio ser humano. Un día para recordar la libertad de prensa y sus ataques es poco, cuando se debía tener presente las 24 horas de cada día, de cada mes y de cada año.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios