Liquidación por cierre

Se ha solicitado el cambio de uso de siete monasterios y conventos, es para que 'los que calzan mitra' se lo piensen

Desde la década de los sesenta comenzó a proliferar una suerte de comerciantes chamarileros, la gran mayoría con poca formación en materia de historia del arte y que pusieron de moda un creciente comercio que iba desde claustros completos de antiguos conventos; que fueron trasladados en barcos de nuevos ricos a sus mansiones a orillas del Hudson, en New York; hasta portadas de iglesias románicas, pasando por pinturas de toda clase, época y tamaño, hasta sagrarios, retablos barrocos y labrados frontales de altares que, cuando salían del establecimiento; en el Barrio Gótico de Barcelona, en el Rastro de Madrid o incluso en los bajos de algunas casas de la granadina calle de Elvira, se convertían en horteras cabeceros de camas para los nuevos ricos de este lado del Atlántico, que no sólo los hay norteamericanos. Todo aquel floreciente comercio, que surgió de un expolio brutal, tras el Concilio Vaticano II; posiblemente el más iconoclasta que se había conocido hasta entonces; hizo que muchos curas de misa y olla, quiero decir, con escasa formación cultural, dejasen los templos como cocherones para carruajes. Luego pareció que todo eso había terminado.

Desde el año 2001 hasta hoy, más de doscientos setenta monasterios y conventos, masculinos y femeninos, se han clausurado sólo en España. No tengo datos de otros lugares de Europa. Eso ha producido decenas de desacralizaciones de templos cristianos y el surtido a ese mercado del chamarileo de obras de arte, ya sean pinturas, esculturas, instrumentos musicales, bibliotecas o muebles eclesiales, por decenas de miles y que, al no existir fronteras en la Unión Europea, han reactivado el interés por esas piezas, muchas de ellas verdaderamente singulares.

Con los seminarios escuálidos, en ausencia casi absoluta de noviciados de las distintas órdenes, lo que un día fue el Mester de Clerecía, camina hacia una aniquilación de la que no es verdaderamente consciente el llamado Pueblo de Dios y -desde luego- el propio episcopado, que actúa como si el éxodo masivo no fuese con ellos, cuando parecemos abocados, casi, a unas nuevas catacumbas en el siglo XXI.

En el Ayuntamiento de Granada se ha solicitado el cambio de uso urbanístico de siete monasterios y conventos de multisecular historia, para ser destinados a usos hoteleros: Dos en el Realejo y cinco en el Albaicín. Eso en un solo año. Yo creo que es para que los que calzan mitra se lo piensen, porque da toda la sensación de una liquidación por cierre. ¿O no?

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