Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Lluvia de lodo

LLUEVE sobre al PP el lodo de la corrupción. Unas veces en forma de lluvia fina pero persistente y otrad como goterones de tormenta, pero nadie en el partido se da por aludido. Cae la lluvia a cuentas del caso Brugal y continúa cayendo por el Gurtel (ya casi un diluvio de más de 40 días) pero lejos de provocar una razonable inquietud la dirección observa todo a resguardo, sin mover un músculo, como si no fuera con ella. Se limita a esperar que cambie el tiempo, que el viento y el ansia de poder aleje la borrasca y escampe por decreto. Que el triunfo electoral tape las miserias o que el candidato decrete una amnistía general para celebrar la victoria, que ambas cosas sirven para los fines propuestos.

Nadie mira al cielo. Nadie quiere ver tampoco las manchas que han tapizado de un barro oscuro y viscoso el suelo que pisan. Todos tratan de no resbalar y fijar la vista en el horizonte donde se presiente el inminente fin de Zapatero. El Comité de Derechos y Garantías del partido dio ayer un paso en firme: perdonó los últimos meses de suspensión de militancia que recayeron sobre el amigo Ricardo Costa (por rebelarse contra Rajoy y negarse a abandonar la secretaría general del partido en Valencia a cuenta del Gurtel) y a Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, por criticar a la presidenta de la Comunidad madrileña. Un doble e irregular perdón que más parece fruto de una componenda de ajedrez (caballo por caballo y firmamos tablas) que una acción inspirada por los derechos y la garantías. El indulto acordado ayer es el principio de esa especie de absolución universal que servirá al partido para iniciar su gobierno con el alma limpia y con las fracturas de la división blanqueadas con cal y mortero.

Reconozco que es una impertinencia hablar de estas cosas en un momento de algarabía más o menos contenida y por eso adelanto mis disculpas a los que aguardan impacientes (y pinzándose la nariz a cantar el Riau riau). Es cierto que la película del PSOE desmoronándose es más espectacular que la del recuento constante de nuevos datos sobre la compra de voluntades en la provincia de Alicante a cambio de concesiones multimillonarias. O de los indicios de nuevas fechorías a cargo del Gurtel que florecen a diario en los periódico como flores de establo.

La caída del poder es más sugestiva que el envilecimiento de la oposición redentora. Pero la vistosidad no es un patrón moral, sino más bien un modelo estético que hemos aprendido viendo las películas de catástrofes de Hollywood. Edificios que se vencen y presidentes que se tambalean frente a oscuras tramas de corrupción que contaminan los tejidos orgánicos.

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