Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Lorca es del PSOE

Gracias a todos, menos a los ciudadanos que han pagado los 28 millones de euros que cuesta el edificio

Juanjo Ibáñez, jefe de gabinete del alcalde y cofrade de los Apalaches nazaríes (camisa de leñador, barba salvajemente cuidada y fanático de todo Cristo muriente), se ha desahogado en las redes. Ha aprovechado la llegada del legado de Lorca para perpetrar un exitoso post en Facebook y acusar a "los rojos, esos que presumen de auténticos" de haberse "alineado con lo más retrógrado", con "las viejas y nuevas derechas". Dice más, acusa a los concejales que no son del PSOE de dedicar todo su esfuerzo, "como otros hicieron hace más de 80 años", a mantener al poeta "lejos de su ciudad". El asesor que ha montado a Cuenca en bici, que le ha hecho comer con los de Masterchef o asistir a la inauguración de Casa Ysla, y le ha sometido a una sobreexposición fotográfica en tendido supino, en tendido, prono y en tendido pionono, ha despachado también lo que sigue:

"Gracias Paco Cuenca, sin tu tesón hubiera sido imposible.

Gracias Miguel Ángel Vázquez, sabía que serías el consejero que lo haría posible. (…).

Gracias, María De Leyva Campaña, no han podido contigo y tu tarea ha sido impecable;

Gracias Guille Quero, has sumado, apretado, colaborado, siempre con el objetivo claro".

¡Babeo! Gracias a todos, menos a los ciudadanos que han pagado los 28 millones de euros que cuesta el edificio. Al margen de ese nimio detalle, hay que agradecer a Juanjo su ecuanimidad, su independencia, su voluntad de hacer ciudad y su respeto a todo el que no piensa milimétricamente lo que él. ¡Eso se llama ganarse el sueldo! Este viejo luchador no nos ha llamado gilipollas integrales ni nos ha descalificado por tener a una madre dedicada a ejercer cada noche el mismo oficio. Simplemente ha metido el carné del PSOE en el traje funeral de Lorca (metafóricamente hablando) y nos ha acusado de tratar de ensuciar su nombre. Ahora, a los que teniendo mucho que callar, y que ya cacarean a la espera de la publicidad, el congreso, el debate o la conferencia futuras, no los reprende. La esperanza de prosperidad genera extraños aliados. Su actitud recuerda a un escrito de Quincey que refiere Borges en Historia de la eternidad. A un caballero le arrojaron un vaso de vino al rostro durante una discusión literaria o teológica. El damnificado no se inmutó y dijo a su ofensor; "Eso, señor, es una digresión, espero su argumento". Quienes pretendemos que se aclare la evaporación de un importante caudal público también lo esperamos. En nombre propio y en nombre de Federico. Tan querido y tan leído, Juanjo.

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