Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Lorca y el karma

El legado no llegará hasta que las instituciones ignoren la evaporación de, al menos, casi cuatro millones de euros

La ciudad paga su karma. Ni el 5 a las 5, ni el 6 a las 6, ni el 7 a la 7. Ya se ha desmentido el alcalde: "Yo nunca he dicho lo del día 5 (que lo dijo), he hablado del mes de junio". Y cuando pase este junio, o el próximo, dirá que habló de junio, pero no de qué año. La verdad es otra: el legado de Federico García Lorca no llegará a la Romanilla hasta que las instituciones se hinquen de hinojos, ignoren la evaporación de, al menos, casi cuatro millones de euros y la catastrófica gestión llevada a cabo por Laura, la sobrina del poeta. El legado comparte ya el destino del AVE, del metro ligero y de tantos otros proyectos; y la heredera ha adelantado que irá cediendo piezas a plazos y conveniencia propia. La primera: Poeta en Nueva York. A cada cesión del Ayuntamiento, de la Diputación, de la Junta y del Estado, ella responderá con un manuscrito, un daguerrotipo o un dibujo. Con lo cual, o se le concede un pasaporte de inmunidad o el Legado, a cambio de cuya venida se ha construido un edificio con 26 millones de euros públicos, no descansará en Granada nunca. Laura ha heredado los apellidos y los derechos de autor de su tío, que le permitieron tener dinero por castigo y vivir durante años sin dar palo al agua, aunque no por su talento. Tampoco se ha revelado como una escrupulosa administradora de los bienes ajenos, pero usa el Legado como un rehén, se defiende y negocia con uñas y dientes, como la más avispada veterana de la política.

Ni aún enviándole a técnicos del Ayuntamiento y de la Junta para ayudarla, se han podido cuadrar las cifras y rendir cuenta detallada de ellas a los ciudadanos. Laura es consciente de que el alcalde y la consejera de Cultura sueñan con la llegada definitiva del Legado y unos abrazos, unos besos y unas fotos que lustrarían su imagen y su gestión. Los cree dispuestos a todo, menos a llevar el caso a los juzgados para conseguirlo; y, en un ejercicio impúdico de sobrinismo, está torciéndoles el pulso para conseguir que se imponga el olvido y se le conceda de nuevo un protagonismo que no merece en el Patronato. No hablamos en verso, hablamos en prosa. No hablamos de Lorca, hablamos de dinero. El alcalde no debe hacerse cómplice de una situación de la que no es en absoluto responsable. Ni el Legado debe venir a cualquier precio. Habemus culebrón.

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