Lapidario

Lorca, la memoria y los juzgados

EL papeleo judicial sigue frenando la causa para la exhumación de Federico García Lorca y las otras tres personas que fueron asesinadas junto a él en 1936 en Alfacar. El recorrido es tan kafkiano que merece ser recordado. Primero, el Supremo obligó al juez Baltasar Garzón a dejar en manos de los juzgados ordinarios los aspectos concretos de la causa por los crímenes del franquismo. Garzón envió el expediente a Granada. Tras dos meses de retraso porque el servicio de fotocopias de la Audiencia estaba colapsado, llegó al Decanato de Granada que, por sorteo lo envió el juzgado número 3 que ahora, en otra vuelta del rizo, ha pedido a la fiscalía que confirme si es realmente competente (?). Si el juzgado determina que no es competente lo devolverá a la Audiencia que, a su vez, lo remitirá al Supremo para que en última instancia decida a quién le corresponde instruir la causa. El peloteo entre los juzgados resulta sorprendente y, desde un punto de vista ciudadano, incomprensible. ¿Saben los jueces qué tienen que hacer o estamos ante un juego de simulaciones para no cargar con el muerto?

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