Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Loxa y Lorca, un mismo árbol

El poeta granadino estará siempre vinculado con la exaltación lorquiana de Fuente Vaqueros

Era de absoluta justicia recordar el pasado '5 a las 5', en Fuente Vaqueros, a Juan de Loxa que fue, desde su creación, hasta la sustitución del poeta al frente de la Casa-Museo, alma de este emblemático lugar. Olvidamos pronto a los que no están ya con nosotros, dejando en los estantes empolvados la obra creadora, las iniciativas y las actividades que han enriquecido a Granada. Naturalmente hay granadinos que han superado ese olvido, por la dimensión universal de su obra, caso de García Lorca. Pero aprovechar su sombra para recibir el soplo del viento vivificador ha necesitado gente que se ocupara de esta misión. Juan de Loxa se convirtió, desde Fuente Vaqueros, en rama del mismo árbol del que se desprendían los frutos del autor de Poeta en Nueva York.

En los abundantes comentarios escritos sobre el '5 a las 5', sobre la necesidad de agarrarnos a los universales que nos redimieron de la charca localista, he mencionado a Juan como el hombre que, incluso, sacrificó su propia obra -decisiva en el Movimiento 70, considerado por algunos estudiosos, como auténtica revolución- para dedicarse a enriquecer la Casa-Museo, los hermanamientos con las figuras vinculadas al poeta -Neruda, Manuel Ángeles Ortiz, Jorge Guillén, Manuel de Falla, María Teresa León, por mencionar sólo los primeros de una larga lista- o las exposiciones, como la ofrecida, bajo el lema Dibujos desde la cárcel, que recordaban aquellas imágenes y misivas que Miguel Hernández trazó desde el calabozo en el que moriría. En mi librito La matanza de los inocentes recordaba, entre otras momentos, el '5 a las 5' y aquella exposición de ilustraciones de Miguel Hernández, entre ellas para los entrañables 2 cuentos para Manolillo (para cuando sepa leer). El poeta del pueblo, que sufriría -como tantos otros- la ignominia de una de las dos Españas.

Juan de Loxa le ponía corazón, sensibilidad e imaginación a todo lo que hacía y cada junio no sólo se recordaba el nacimiento del poeta más universal español, después de Cervantes, sino lo relacionado con la gente de su tiempo, superando las tragedias que no podían olvidarse -la que sufrieron poetas, intelectuales, políticos, el pueblo que defendían la libertad- para ofrecer un futuro en la renovación de las voces creadoras, teniendo como faro el árbol luminoso de Lorca, del que Juan podría considerarse rama del mismo árbol.

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