Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Lucy, nuestra madre negra

Si somos hijos de Lucy, la 'australopithecus' etíope, cuando llamas a alguien 'negro de mierda', insultas a tu propia madre

El insulto más grave que podías recibir de un chico en una escuela nacional es que se cagara en tus muertos o, lo más tremendo, en tu nación, implicando así a toda tu estirpe. Admiro a los futbolistas, sus carreras por las bandas, sus centros medidos, sus hermosos cuerpos, sus cortes de pelo, sus tatuajes invasores, los adoro. Pero, dada su juventud, su casi adolescencia, estoy seguro de que no han tenido todavía tiempo para conseguir ser ellos mismos. Aunque tengas éxito y dinero y digas constantemente, como cualquier joven, que quieres ser "tú mismo", no eres nada más que un edificio en construcción, de cimientos inciertos. A esa edad, la mayoría de los jóvenes, cuando dicen que quieren ser ellos mismos, lo que expresan es su deseo de seguir costeados por sus padres, pero sin que estos les den mucho el coñazo. Luego, comprendes que nunca se te deja ser tú mismo. Y menos, si eres un crack del fútbol. Los adolescentes también dicen mucho, "yo me lo merezco"; pero de eso ellos no tienen la culpa, son sus padres los que les han hecho creer desde muy pequeños que son los reyes de la casa. Y los príncipes y las princesas -lo sabemos- creen merecérselo todo, sin haber hecho casi nada. El caso es que estos poderosos muchachos, de pies ligeros, fecundos en el dribling, pero todavía capullos en formación, quizá no sepan nada de Lucy, la australopithecus etíope que tomó el nombre de la canción de los Beatles Lucy In the sky With Diamonds. Ella ya andaba erguida, hace 3 millones y pico de años; y hay quien asegura que es la brumosa abuela de todos los europeos, negros en nuestro origen, pero que, al venir a Europa, donde el sol es menos inclemente, dimos en blancos. Por tanto, debemos disculpar al jugador del Cádiz que, según dicen, llamó "negro de mierda" a un jugador del Valencia. En el fragor del combate, y el fútbol es la guerra por otros medios menos feroces, el futbolista faltón ha actuado como cuando los niños del patio de mi escuela nos cagábamos en la estirpe de un semejante. Si este joven madura, y consigue ser "él mismo", quizá caiga en la cuenta de que si insultas a un negro, insultas a tus propios ancestros, a la Lucy primordial, y que te puede suceder lo que les pasa a los que escupen al cielo o mean contra el viento, que la porquería, de vuelta, termina estampada en tu cara, percudiéndola.

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