La chauna

José Torrente

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Luisete, Luisete

La ejemplaridad no es un fin para Luis Salvador, el gran saltimbanqui ideológico de la política granadina

El pasado domingo, Granada Hoy publicó una entrevista de Lola Quero a Luis Salvador. A través de su buen trabajo periodístico, nuestra directora nos permitió confirmar la promiscuidad ideológica, el yoísmo incorregible, esa maldita costumbre del ínclito Luisete, Luisete, para no ser ejemplo de nada. Deja constancia pública de su dureza facial, avergonzando a la vez a todos aquellos que desde cierta ingenuidad política, no exenta de buena fe, creyeron que aquel candidato ciudadano de la ola naranja que los embriagaba con palabras finas y tono bajo, era alguien en quien confiar, una persona para un importante cambio político, más allá de la ambición del personaje.

La ejemplaridad no es un fin para Luis Salvador, el gran saltimbanqui ideológico de la política granadina. Ahora, con un doble salto mortal de adorno, se lanza al trapecio del virtuosismo cañí, inventado en su propio Matrix de cartón, y se declara enamorado de aquellos a quienes rechazó no hace tanto. En la citada entrevista, Luisete, Luisete, poco menos que nos declara que Paco Cuenca, el mismo al que repudió como alcaldable por sus imputaciones judiciales, ahora es su modelo a imitar. Y Juan Espadas el ídolo de niño que figuraba en los pósters de su dormitorio. Espadista desde chavea, oiga.

Confirmando su hipocresía altiva, ese don para el cinismo del que alardea públicamente, Luisete, Luisete reniega del "peligro público real" de Vox, del cual no tuvo empacho en aceptar sus tres votos para ser alcalde. Y nos alerta sobre JuanMa Moreno describiéndolo como "el capo de la mafia". Con la de besos y piropos que le mandaba desde cada atril, soplados, así, con el leve susurro de quien se declaraba enamorado de una actitud, de una forma de ser político como el líder popular.

Hoy nos habla de sí mismo como el Macgregor de la Chana contra las malas artes de los demás, ofreciéndose como la navaja suiza que todo lo arregla por el escaso precio de cualquier carguito que tengan a bien ofrecerle desde el PSOE. Que está en oferta, dice, y que lo hace por su amor a nosotros, esa candela que siempre usó su negro candil de mecha larga y llama corta.

Luisete, Luisete aspira a que el PSOE caiga en la red de su tontofilia, y le declare apto para conducir a los votantes de centro izquierda hacia el redil de la urna salvadora. Esa impronta. Un héroe de quita y pon. Sin capa ni rubor alguno, deshecho de amor fraternal e irredento. La socialdemocracia es él, Juan Espadas, ¿no lo ves?

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