Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Macedonia

¿QUÉ relación guardan Butragueño, Audrey Hepburn y las jóvenes generaciones de pintores de Granada? A ver, piensen con cuidado. Tómense el tiempo necesario y delineen en la imaginación las pantorrillas (no pasaremos de ahí) del célebre delantero, la sonrisa sutil que recorre los desayunos con diamantes y las pinceladas contundentes sobre el lienzo de las promesas de la pintura. ¿Ya lo tienen? Bien, pues ahora piensen en un nexo, en una especie de línea continua que una las tres escenas y las hermane. ¿Se rinden? De acuerdo, confesaré: no, no hay ningún trabazón, ninguna consonancia. Sin embargo, sí hay una conjunción externa: el centro Gran Capitán, el antiguo convento de las Hermanitas de los Pobres que igual sirve para exponer un roto que un descosido. En sus nobles paredes se han sucedido en los últimos meses una exposición de arte joven, otra sobre la hipnótica actriz dentro del certamen Retroback y, ahora, una sobre el Real Madrid, compuesta por maniquíes revestidos de futbolista, réplicas de las copas ganadas por el club y otras de los carnés de los jugadores (¿?).

Yo no tengo nada en contra del Real Madrid, por supuesto. Tampoco contra Hepburn pero sí me confunde la incoherencia de los programadores del Ayuntamiento de Granada, una incongruencia extensiva, al menos, al teatro Isabel la Católica donde tampoco existe una programación continua ni coherente ni con una calidad media revalidada. El hipotético espectador puede encontrar allí desde una astracanada de Muñoz Seca a un concierto de trompetas y clarines, desde la enésima versión de Enseñar a un sinvergüenza a una representación de grupos de aficionados.

El antiguo convento de las Hermanitas de los Pobres y el teatro Isabel la Católica, por sus particulares características arquitectónicas (uno como monumento y otro como teatro histórico) merecen un trato más racional. Uno va, por ejemplo, en Sevilla al Lope de Vega y, sin renunciar a cierto carácter polivalente, puede adivinar qué va a encontrar. Y si va al Maestranza o al de Cartuja también. En eso reside el éxito de un teatro, en definir su capacidad para captar a un público amplio y exigente.

¿Qué hubiera organizado el Ayuntamiento en el el viejo edificio del Banco de España? ¿Un museo de la ciudad? ¿Y qué es un museo de la ciudad, un almacén para reunir la inextricable colección patrimonial desperdigada por los despachos y los negociados municipales?

La cultura desde la Administración se basa en varios grandes pilares: criterio, calidad, coherencia y, por supuesto, fondos. Si alguno falla, el edificio se resiente.

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