Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Machismo asesino

Lo que me sorprende es que haya mujeres que voten a quienes no defienden, sin matices, su libertad y su vida

Cuando un asesinato machista se produce cerca de tu casa duele lo mismo pero se siente más próximo. El viernes asesinaron a Lorena en Parque Nueva Granada, igual que hace unos días a otra mujer en Valencia o mañana en cualquier otro lugar. El patrón siempre es el mismo. Un hombre mata a una mujer con la que ha mantenido una relación sentimental. Es una de las peores lacras que sufre nuestra sociedad. Sólo en Granada han asesinado a treinta y ocho mujeres en los últimos quince años. Y, lógicamente, no es casualidad. No es fruto de un accidente, ni de un ataque de locura. Es la consecuencia más terrible del machismo que continúa instalado en nuestra sociedad.

A menudo nos preguntamos con impotencia qué hacer para luchar contra la violencia machista. Se han cambiado leyes, se han mejorado los procedimientos de denuncia, se ha incorporado al proceso educativo la enseñanza en igualdad, etc. Todo eso sirve, sin duda, pero no ha sido suficiente. Y no lo ha sido porque todavía no hemos conseguido lo más importante: un generalizado rechazo social y político a cualquier forma de machismo. Aceptamos los chistes machistas en nuestras conversaciones, los comentarios machistas en los medios de comunicación o normalizamos a partidos políticos negacionistas de la violencia machista con la comprensión, cuando no el aplauso, de una parte de la sociedad.

Así es, en efecto, muy difícil. Mientras el machismo encuentre comprensión social y política, el terrorismo machista continuará golpeándonos en España un par de veces por semana. Y no parece que avancemos. Vox no es sólo Vox. No son sólo esos desalmados capaces de romper el minuto de silencio por un asesinato. Es una derecha que demasiado a menudo se pone de perfil frente a los discursos negacionistas. Cuando la violencia machista se nos pretende colar como violencia intrafamiliar o violencia doméstica, para no molestar a los socios, estamos ante un retroceso histórico. Difícilmente podemos afrontar un problema si antes no reconocemos su origen, que no está en las relaciones familiares sino en el machismo. Una reciente encuesta decía que cada vez es más amplia la brecha entre lo que votan las mujeres y lo que votan los hombres. Cada vez votan más mujeres a la izquierda y más hombres a la derecha. Lo que me sorprende es que haya mujeres que voten a quienes no defienden, sin matices, su libertad y su vida. De los hombres no me sorprende casi nada pues basta poner el oído en la barra de un bar para comprobar que no logramos desprendernos de ese machismo que se nos inocula desde la más tierna infancia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios