Soy de los convencidos de que la gestión de la pandemia debe hacerse desde el máximo sustento científico y con el máximo consenso político, para evitar la nefasta tentación de usar la gestión diaria sólo como elemento de desgaste a cada uno de los gobiernos concernidos.

Una pandemia como esta requiere sin lugar a dudas arrimar el hombro con quien gobierna tanto en España como en cada una de las Comunidades Autónomas, lo que no quiere decir que no se deba fiscalizar y cuestionar aquellos aspectos de la gestión que sean mejorables.

Desde esta perspectiva de respeto y de aportaciones en positivo, hay que entender las reflexiones que realizo sobre la situación epidemiológica de Madrid donde la cosas están mal desde hace varias semanas y se hacen necesarias medidas que refuercen la eficacia de la respuesta.

Algunas anunciadas ayer, que entrarán en vigor el próximo lunes, eran ya necesarias hace algún tiempo y seguramente tendrán algún efecto positivo, aunque no servirán para disminuir el continuo crecimiento de la incidencia de casos en algunos distritos de la ciudad de Madrid, que expresa una transmisión comunitaria sostenida fuera de control.

Comprendo que no es fácil tomar decisiones más radicales pero es imprescindible decir que son necesarias más restricciones de la movilidad social con una apuesta real por el teletrabajo, una actuación en el transporte público que haga real mantener la distancia social en los trayectos y, seguramente, mediante confinamientos perimetrales bien delimitados para ser eficaces que pueden requerir declarar el estado de alarma.

Asegurar con indicadores concretos y precisos la disponibilidad de profesionales en la atención primaria para la atención sanitaria a toda la población a su cargo o dotar de profesionales para el rastreo en el número adecuado a los requerimientos, son algunas de las necesidades no cubiertas totalmente hasta ahora y que han contribuido, en parte, a la actual situación en Madrid.

Madrid, como otras comunidades, necesita nuevas medidas del tipo de las señaladas y que aún no se han adoptado. Lo que sucede es que Madrid tiene un impacto potencial en comunidades autónomas limítrofes y otras, (además de su enorme número de habitantes y de las interacciones entre ellos), que le atribuye unas características especiales con enorme influencia en la evolución de la pandemia en toda España. Así que, exigentes, arrimemos el hombro.

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