La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Madrileñofobia

La pregunta no es si queremos turistas, apertura o movilidad sino cómo. Y aquí no vale el sí ni el no.

No sé si es una demostración de ingenio o una debilidad. Si es una predilección de los periodistas, de los políticos o de los opinadores. Pero pocos nos escapamos en la esfera pública de la tentación de la inventitis. Por diferenciarte, por ser original, por aparentar. Aunque las estrategias son múltiples, hay dos tendencias que suponen un verdadero desafío para los guardianes del idioma: los palabros que improvisamos a diario intentado darle fuerza a una declaración, a un titular, y el alargamiento innecesario de las palabras. El tamaño importa; es como si con las esdrújulas dijéramos más.

"Madrileñofobia". El propio Fernando Simón mostró este lunes su preocupación por la ola de rechazo que se está desatando (#HartosdeMadrid lleva varios días como tendencia en Twitter) recordando que las mayores tasas de afectados y riesgo de transmisión están directamente relacionados con la mayor densidad de población de la capital de España.

Parece una obviedad pero no lo es. Porque es miedo lo que hay detrás, temor a un virus que no está vencido sino aparcado, y un instinto innato a canalizar lo que nos preocupa encontrando un culpable.

Galicia y Andalucía, dos de las comunidades menos tocadas por el Covid, están lanzando mensajes de prevención ante el fin del estado de alarma en la desescalada. Todo no es política pero casi: gobiernos del PP advirtiendo al Gobierno (PSOE) de los riesgos de "precipitarnos" hacia la "nueva normalidad" y Núñez Feijóo, además, a las puertas de unas elecciones… Su preocupación, sin embargo, es legítima. Porque la amenaza del repunte es real: a los casos importados -en paralelo a la eliminación del confinamiento-, se están uniendo focos locales de origen desconocido en puntos calientes como Pekín; el virus ha disparado su capacidad y velocidad de propagación en América Latina (ya hemos superado los 8 millones de contagios) y el horizonte del otoño se presenta complejo en lo sanitario por la dificultad que supondrá, por ejemplo, distinguir entre la gripe y el Covid.

Pero son demasiados factores que compaginar en el discurso plano de las "fobias"; ese que es tan rentable para lanzar mensajes efectistas que nos posicionen a un lado de la balanza. En el "sí" o en el "no" cuando la pregunta no es si queremos turistas, apertura o movilidad sino cómo. Sin darnos cuenta de que la "madrileñofobia" no es un problema de los demás; el miedo es nuestro y la respuesta también. Como ocurre, por cierto, con la "estatuafobia". Otro palabro mal utilizado en una estrategia muy similar. ¡Pobre Colón!

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