El deseo de todos era volver a la normalidad tras la pandemia y como mejor ejemplo tenemos la secular costumbre de anunciar cambios educativos próximos al verano y a las vacaciones. Cierto es que el ruido de cambiar la prueba de acceso a la universidad era un cambio anunciado desde hace meses e incluso años. No voy a negar su necesidad. Se le llama EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad), aunque en el imaginario colectivo siempre suena a lo de 'Selectividad' a pesar de que seleccionar no se selecciona a nadie, solo es un 'distribuidor' de notas y puestos para acceder o no a las carreras universitarias más demandadas por los jóvenes competentes y suficientemente preparados. ¿Podemos dudar que sean competentes cuando la tasa de aprobados en la EVAU viene sobrepasando el 95% año tras año?

La lógica educativa desde 1990 es que todo el mundo debía saber contenidos, procedimientos y actitudes que luego han ido trasmutando en ser competentes y si no la culpa es del profesorado que no sabía ni enseñar, ni motivar, ni atender a la diversidad, a pesar de que los cambios siempre eran en verano y se les daba tiempo en agosto para cambiar la forma de trabajar, aunque fuera solo leyéndose el BOE y el BOJA, con el mismo número de estudiantes por aula o más y con los mismos materiales pero un curso más viejos y anticuados.

En el próximo curso los estudiantes de primero de bachillerato tendrán que irse preparando para demostrar dentro de dos años su madurez académica. Eso de la 'madurez académica' se va a convertir en el nuevo mantra educativo que se repetirá hasta la saciedad en todo lugar, ocasión y momento.

¿A los 17 años, se es maduro en algo? Yo mismo dudo en ser maduro en algunas cosas. ¿Y en lo académico? Verdaderamente es un alucine.

Ni se piensa en que la prueba de madurez académica sea única para toda España, para eso están vascos y catalanes que siempre son más maduros que el resto, ni se piensa en cómo preparar al profesorado adecuadamente (con todas las vacaciones que tienen ya es bastante, seguro que piensan los políticos), ni en dar normas claras sobre qué hacer con las tecnologías de la comunicación en los centros (un verdadero quebradero de cabeza para la comunidad educativa), ni tantas otras cosas que de verdad preocupan a los docentes que tienen que preparar la madurez académica de los estudiantes.

Será que el Gobierno, ese cuyos miembros se pelean como chavales del 'insti', quiere imitar en su madurez a los estudiantes jóvenes y sobradamente preparados (y competentes). Vale.

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