La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

Malditos tripartitos

Aún no había salido Francisco Cuenca del patio del Ayuntamiento de Granada con la recuperada vara de mando el pasado 7 de julio cuando alguien pronunció la palabra maldita: "Tripartito". Un escalofrío inconsciente. Algo parecido ha debido de ocurrirle al nuevo regidor estos últimos días cuando algún periodista utilizaba el término para preguntarle si estaba buscando esa fórmula de gobierno a tres bandas -con Cs y Unidas Podemos-. Igual se sintió como la víctima de un rito vudú o creyó ver un ave de mal agüero sobre su cabeza.

El tripartito es el nombre con el que ha pasado a la posteridad de la política granadina aquel gobierno municipal que entre 1999 y 2003 lideró el socialista José Moratalla. Para desalojar a Gabriel Díaz Berbel (PP) de la Alcaldía forjó una alianza a tres bandas con Izquierda Unida y el concejal Jesús Valenzuela, que se presentó a las elecciones como andalucista y acabó el mandato como Valenzuelista a secas.

Siempre pensé que la descarnada y catastrófica imagen de aquel gobierno que ha quedado impregnada en la ciudad tenía mucho de injusticia, fruto de un relato que el Partido Popular supo construir a partir de 2003 a las mil maravillas. Con el espejo retrovisor puesto, cada vez que algo no iba bien en la ciudad a algún dirigente se le asomaba a la boca la palabra tripartito de inmediato. Y caló. Caló tanto que eran pocos los socialistas que se atrevían a rebatirlo con contundencia.

Es cierto que el día a día de aquel tripartito era un pequeño infierno de egos y voluntades políticas. Y que el equilibrio del gobierno a tres bandas era como el de ese caballo que Pérez Villalta esculpió sobre cuatro esferas doradas y cuya colocación en la fachada del Ayuntamiento se convirtió en un extraño agravio insoportable para la ciudad. El PP consiguió movilizar a miles de personas y hacer concentraciones multitudinarias contra una estatua que dos décadas después sigue ahí, ya casi como emblema municipal.

Pero si ya entonces me parecía injusto el recuerdo de aquel periodo, con el paso del tiempo y de los siguientes gobiernos municipales, casi habría que promover un acto de desagravio. Los trece años posteriores de mayorías absolutas de su sucesor, José Torres Hurtado, acabaron con 200 policías de la Udef desplegados por la ciudad para detener al propio regidor, políticos, altos cargos y empresarios, imputados por supuesta corrupción. El tiempo dirá si había motivo para todo eso, pero el caso es que la imagen de Granada y la de su alcalde, sacado entre cartones del domicilio, salió en la tele de todos los españoles en horario de máxima audiencia aquel 13 de abril de 2016.

Luego vino el primer gobierno interino de Cuenca, que aguantó tres años en una complicada minoría sin posibilidad de sacar adelante presupuestos ni asuntos de relevancia que requirieran los 14 votos.

Y le siguió en 2019 otro experimento de coalición, esta vez en la derecha: un bipartito -PP y Cs-, con un alcalde del partido menos votado y con apoyos de un tercero, Vox. En cierto sentido podríamos interpretar que ha sido el segundo tripartitoen la historia de esta ciudad. Y el resultado a la vista está. Ni siquiera ha aguantado los cuatro años que sí consiguió resistir el de Moratalla. Además, la ruptura ha traído cola, con un alcalde -Luis Salvador- que intentaba sostenerse casi en solitario, para asombro de medio país.

Ahora Cuenca se abre a negociar un gobierno "amplio" -mejor no mentar el tripartito- y su ofrecimiento iba especialmente dirigido a quienes le votaron en la investidura: los dos concejales que quedaban en Ciudadanos y los tres de Unidas Podemos. A estas alturas esto parece que no sale adelante, al menos en el formato de coalición de gobierno. Y no es de extrañar, porque al margen del difícil encaje ideológico entre personas que concurrieron a las elecciones dentro de formaciones políticas que están en las antípodas, hay que hacer verdaderas operaciones aritméticas para tratar de cuadrar o nombrar ese hipotético y casi imposible gobierno. No es tan sencillo como sumar PSOE, Cs y UP. Los que han asistido a las reuniones estos días saben que la amalgama imposible es esta: PSOE + Salvador y Huertas (dos concejales expulsados de Cs que mantienen el acta en su propio nombre) + Podemos +Izquierda Unida + Independientes. Total, un sexpartito.

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