Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Malos ejemplos

LA ministra de Vivienda considera que los 997.000 pisos en stock que había en España a finales de 2008 son "la mejor fotografía de lo que hemos sido y de lo que no queremos volver a ser". Es un bonito pensamiento, pero desgraciadamente el afán derrochador del pueblo español sigue vivo. Seco, por la falta de créditos, pero latiendo. En cuanto que volvamos a tener la oportunidad de endeudarnos hasta las cejas para vivir por encima de nuestras posibilidades, lo haremos con entusiasmo. Vean, si no, el segundo gobierno de Florentino Pérez en el Real Madrid. Viene el hombre con 50.000 millones de pesetas, dispuesto a comprar a los mejores jugadores del mundo. Éste es el paradigma nacional, todo se compra con dinero. Así se puede tener, por ejemplo, el mejor equipo del mundo.

No aparece por ninguna parte la austeridad que debería regir los destinos de la nueva sociedad: más formación, más esfuerzo, más eficiencia, más ahorro, más innovación. No. Aquí todo el mundo aplaude a don Florentino, todo el mundo le envidia. Y los ultraliberales más todavía; si él puede permitírselo, ¿dónde está el problema? Alguno hay. Por ejemplo, que no es del todo cierto que los Figo, Zidane o Beckham ingresaran su precio multiplicado por varios enteros con la publicidad, las camisetas y el aumento del caché del club. El dueño de la constructora ACS se movió y consiguió una recalificación multimillonaria de la ciudad deportiva del Real Madrid para hacer cuatro torres. Es, con perdón, la cultura del pelotazo en su estado puro. Prefiero el modelo del Barcelona, invertir en la cantera, en la formación de jugadores, que no sólo serán más baratos, sino que sentirán más los colores. Lo de que "Florentino se lo puede permitir", me recuerda la impagable frase de Álvarez Cascos, a la sazón ministro de Fomento, cuando se empezaron a disparar los precios de las viviendas a finales de los 90: "Los pisos suben porque los españoles los pueden pagar". Ya ven, hay un millón sin vender.

Medir todo en términos de dinero es un error. El dueño del Betis, que va a provocar hoy una manifestación de rechazo en Sevilla, explica desconcertado lo mucho que le debe la afición: "Yo compré, yo traje, yo pagué". El valor de las personas no se mide por su dinero, ni siquiera por lo bien o lo mal que lo gastan. En un club de fútbol, como en una empresa o en un país, de los líderes se espera que aporten estabilidad y confianza a sus organizaciones, que mejoren la autoestima de su cuerpo social, que contribuyan a aumentar el prestigio de su entidad. O sea, nada de lo que ha hecho el buen hombre que compra, trae y paga en el Betis.

El Gobierno dice ahora que saldremos de la crisis en 2012. Ya va entrando en razón. Pero necesitaremos bastante más para salir de la cultura de la pillería y el pelotazo. Forma parte del ADN nacional.

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