Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Malos tiempos para la anglofilia

Los charlatanes se dividen en gente feliz o desesperada. No son de fiar. Y menos en política

Lo peor de ser anglófilo estos días de brexitis y ultranacionalismo inglés es tener que oír, más que a esos nostálgicos del apolillado imperio británico, a algunos compatriotas idénticos a ellos en versión hispana. Si allí unos cuantos enarbolan como posesos la Union Jack llamando a defender Gibraltar a sangre y fuego contra los "follaburros" españoles, varios pechisacados de aquí te saltan un ojo con el mástil de la rojigualda mientras ansiosos por hacerse un Perejil con las jetas de Aznar y Trillo bordadas en estandartes te afean tu simpatía por esos hijos de la Gran Bretaña (miren que el jueguecito de palabras no puede ser más antiguo, pues en él siguen). Sí, he dicho lo de tener que oír, porque lo de leer se puede evitar, pero esas opiniones exaltadas dichas a voz en grito se imponen a veces, desgraciadamente, como inevitables. En fin, ya se sabe que los charlatanes se dividen en gente feliz o desesperada, por lo que en ningún caso son de fiar. Y menos aún en cuestiones políticas. Su visión de la realidad no puede estar más distorsionada.

No obstante, sabiéndolo, no es nada recomendable desdeñarlos como si fueran tarados sin futuro. Perdonen el ejemplo de siempre: el Führer, antes de serlo, era al principio para muchos un patán, tan sólo el jefecillo ridículo de unos descerebrados que no iban a llegar a ninguna parte. Sus soflamas no había que tenerlas en cuenta. Decían que era pura cháchara. Muchos de esos optimistas que las ignoraron acabaron en un campo de concentración. Así que ojo con las sandeces. Vivimos una época en la que han recuperado mucho predicamento.

Y quienes las sueltan controlan poderosos medios de comunicación: televisiones, radios, periódicos a cuya tirada no parece afectarle la crisis y redes sociales en las que sólo un tonto del bote se cree que es libre son capaces de dejar el bombardeo de Dresde en una demostración de juegos artificiales. Con un gesto de desprecio decimos "Bah, es el Sun, no publica más que chorradas" al leer que propugna, si hace falta, nuestra degollina a mano de los gurkas. El Sun es de Rupert Murdoch. Es el periódico más leído del Reino Unido. Si aún no conocen el poder de sus embustes lean Ataque al imperio, en el que el periodista inglés Nick Davies tritura esa fábrica de insidias y calumnias. Y háganlo escuchando London Calling de los Clash. Joe Strummer canta: "Londres llama a los pueblos lejanos".

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