Mar adentro

Milena Rodríguez / Gutiérrez

Manifestación y contra manifestación

DESPUÉS de casi cincuenta años de dictadura en Cuba y más de un año de expectativas de cambio absolutamente incumplidas, el pasado domingo varios cubanos exiliados convocaron manifestaciones de protesta y denuncia del régimen castrista. Hubo una manifestación en la Puerta del Sol de Madrid. Pero también otra frente al Consulado de Cuba en Barcelona, protesta llamativa que transcurrió frente a la cámara del cónsul cubano, dedicado a filmar desde el balcón de sus oficinas a los participantes (supongo que no para contribuir a la actualidad en las cadenas de noticias cubanas).

Ambas protestas sufrieron lo que no cabe llamar de otro modo que contra manifestación. Aunque acaso hay otro modo de llamarlo, acto de repudio; nombre que en Cuba se daba (aún se sigue dando) a las manifestaciones convocadas (desde el gobierno) contra cubanos opuestos al régimen, o decididos a abandonar el país.

Las dos contra manifestaciones fueron respuestas anómalas, que emplearon las estrategias típicas del régimen cubano. La de Madrid se llevó a cabo el sábado, día anterior a la convocatoria (siempre es importante adelantarse al enemigo). La de Barcelona, por su parte, se efectuó el mismo día, hora y lugar; es decir, también frente al Consulado de Cuba y ocupando incluso, ilegalmente, la zona de los manifestantes (hay que procurar que la voz del enemigo no se escuche, aplastada por la "nuestra").

Otro rasgo común de las contra-manifestaciones es que ambas estuvieron encabezadas por dirigentes de Izquierda Unida, y particularmente de los partidos comunistas que integran esta formación política. La de Madrid tuvo incluso al frente a su coordinador general, el señor Cayo Lara. En la de Barcelona participó Jordi Miralles, parlamentario y dirigente del PSUC. "Cincuenta años de Revolución. Cuba no está sola", era el lema de los contra-manifestantes. Para ellos, Cuba no era, desde luego, aquellos valientes cubanos que en Madrid y en Barcelona reclamaban libertad para su pueblo, sino el gobierno anacrónico y dictatorial de aquella isla.

Es motivo de vergüenza que a estas alturas de la historia haya un partido democrático, que se dice defensor de la libertad de expresión, capaz ya no sólo de apoyar a una dictadura como la cubana, sino incluso de convocar una manifestación contra sus exiliados. Y llamarles, como si Izquierda Unida fuera era el espejo, o el vocero de la dictadura, mafiosos, mercenarios, traidores, apátridas. Cuba y los cubanos están, sin duda, profundamente solos. Pero me temo que Izquierda Unida está vergonzosamente acompañada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios