La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Manteros y políticos

Es reírse de nuestro sistema de deberes tributarios okupando y abusando de nuestra libertad

Ser mantero en las ciudades de España es poder pasearte con tu tienda portátil de manera impune, sin pagar ni cinq, sin policía que te importune, ni alcalde o alcaldesa que mande inspecciones contra tu negocio. Es poder ocupar el espacio público sin que el público te ceda el espacio.

Ser mantero es deambular para vender con copias ilegales de discos y novedades faltando al respeto de artistas y familias que viven de los 20 euros del CD original. Es reírse de nuestro sistema de deberes tributarios okupando y abusando de nuestra libertad, vendiendo prendas de vestir falsificadas sin que haya quien te pregunte por el origen, ni te pida factura del proveedor que justifique tu mercancía.

Ser mantero es no tener que pagar alquiler por un local, o evitar tener que pasar sin demora por la ventanilla del IAE, IVA, IRPF y Seguridad Social. Es no tener que luchar contra el mazo del 20% por el fuera de plazo, sin que afuera, en la plaza, se compadezca nadie de ese estrés.

Ser mantero es poder ocupar la calle de todos con negocios opacos, autorizados con el silencio de la autoridad municipal, cómplice del duty free mantero. Es poner uno la cara para engordar a otro que nunca la da. Con el negocio de la manta quien más gana no es quien deambula de calle en calle, plaza a plaza. Ese es otra víctima más.

Y luego están esos políticos que justifican su inacción contra el manterío apelando a su conciencia solidaria, pero que no caen en la cuenta de que ser solidario también es posible desde la legalidad. Que lo más solidario en España es que todos paguemos impuestos para contribuir a ese equilibrio colectivo llamado Estado de Bienestar. Políticos que olvidan que con su dejadez benefician a mafias que explotan a su favor el hambre de ese mercado negro.

Políticos que, embarcados como van en sus demagogias populistas infinitas, nada dicen del agravio que es ver a autónomos en España con la cabeza gacha haciendo cuentas sin cuentos para pagar obligaciones y salir adelante cada mes, mientras tropiezan cada diez metros de acera con manteros, en competencia desleal a su esfuerzo legal.

Ay si los autónomos echaran el cierre y liaran también sus productos en una manta insolidaria y deambulante. Ni los alcaldes tendrían compasión de ellos, ni habría Estado que lo resistiera.

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