Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

'Marbayzín'

La aprobación del plan urbanístico de Motril es de ésos que marcará un antes y un después de la ciudad

A Granada, tan completa ella, le sobran encantos pero le faltó siempre uno. En su imperfecta perfección está su mayor belleza. Si con la Alhambra solo ya cualquier ciudad tendría más que de sobra; si con la Sierra de corona blanca -tan tópica como hermosa- ya dejó a generaciones enteras rendidas a una luminosidad evidente y fértil; si, además, tiene y tuvo la vega como manto alfombrado de verdor para reposar la vista después de contemplar tanto esplendor y riqueza; sólo debía faltarle, menos mal, un mar a sus pies o a la vista con el que quedarse ya sin remedio ensimismada en contemplarse a si misma en una eternidad gozosa.

Evidentemente, este mar que le faltaba estaba tan próximo que solo había que ponerlo aún más cerca. Y ahora aún más a tiro si cabe, después de acabada la autovía de la Costa, desde que el puerto de Motril comenzó a moverse y a dar señales de vida después de décadas sin que cayéramos en la cuenta de que era posible tener a un paso, a tiro de ferry, la misma Melilla, o Tánger, el África misma tan cercana como lejana siempre a falta de unas infraestructuras que la pusieran a mano para darse un paseo hasta lo aún más exótico.

Se acerca el puerto mismo a su vecina Motril ahora con la aprobación de un plan urbanístico de esos que marcan un antes y un después de una ciudad. Un boulevard con tiendas y grandes superficies sustituirá esa tierra de nadie que media entre los barcos y la ciudad que por tanto tiempo vivió ajena a su condición de ciudad costera y también marinera.

Motril crecerá seguro, en lo que será seguro el tan necesario contrapeso a la capital que siempre estuvo falta de otra urbe que la compensara en su grandeza. Y con ello, se acercarán ambas ciudades.

Ya escucho incluso a algún amigo que me habla de que algo se mueve de promesa de trabajo y de futuro en aquel lugar que siempre fue emisor hacia la capital de la provincia.

Los cruceros ya buscan amarres en la dársena de un puerto por el que apetece incluso pasearse. El Club Náutico en unos años será hasta digno de ser el mayor de la provincia, haciendo posible tal vez que en Granada se comiencen a escuchar vocablos de mar por las Angustias o hasta (quién sabe) si volver casi salado el empedrado albaiciniero, acuosas/espumeantes las losetas de Plaza Nueva o cuajadas de conchas las fuentes de una ciudad tan sedienta de salidas a algo que la conectara con lo que está más allá de su eterna y autocomplaciente hermosura.

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