Maricones

Estamos inmersos en una carrera absurda contra el tiempo, obligados a estar siempre "a la última"

Contradiciendo el consejo de aquel sabio aragonés que fue Santiago Ramón y Cajal, quien aconsejaba vivir "poco a poco" para vivir mucho tiempo; nosotros corremos demasiado y nos salimos en las curvas. Estamos inmersos en una carrera absurda contra el tiempo, obligados a estar permanentemente "a la última" en tantos temas y conocimientos ante el riesgo de quedarnos varados en la cuneta por anticuados, que hemos terminado por construir un modo de vivir que no deja espacio para el reposo, ni de las ideas, ni de las personas y mucho menos para el análisis de los comportamientos. Cada escaso mes cambian los colores "que se llevan"; los teléfonos móviles y sus capacidades; los motores de los coches; los temas de actualidad; la definición de los televisores; los lugares que hay que visitar... Así, si usted no tiene un iPhone 12, un televisor inteligente de 4K como mínimo; un coche con motor híbrido; un ordenador con procesador I7; una opinión rotunda sobre lo acontecido en Afganistán y qué hacer con la tercera vacuna, además de preferir el sushi a los bocatas de calamares, está usted quedándose atrás. Y ya puede comenzar a correr, porque en los próximos seis meses se generalizará el nuevo Windows 11 con procesadores i9; el iPhone 13; los automóviles eléctricos, la cocina peruana, el color verde y un sinfín de conflictos nuevos sobre los que discutir.

Sí, lo del aprendizaje continuo está muy bien porque nos mejora, pero sobre todo porque nos mantiene vivos y sobre la ola en contacto con el mundo. Pero una cosa es la filosofía y otra convertir las ideas en dogmas. Ahora lo importante es lo urgente y estar a la última, sin reflexionar si estarlo nos mejora o empeora. Ejemplo de las consecuencias que ésto supone ha sido el desastre tras la falsa denuncia de violación de un joven en Malasaña. Tanto al principio, como tras conocerse la falsedad del hecho, la sobreactuación de políticos de todo signo ha sido evidente, pero la de los medios de comunicación no ha sido inferior. Todos hemos quedado desautorizados al tener que responder al instante sobre un caso que estaba bajo investigación, pero que nos exigía una sentencia inmediata. Así que todos hemos aprovechado para a la mayor velocidad, echar la culpa del drama a quien peor nos caiga, cuando de haber dejado pasar tan sólo unas horas, hubiésemos podido constatar con datos y no con opiniones, que hay el mismo número de maricones (entendido como personas despreciables y malintencionadas, según el Free Dictionary ) entre los homosexuales que entre los heterosexuales.

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