Crónica Personal

Marlaska: se cae el mito

Marlaska ha recibido un solemne revés, pero sobre todo ha perdido el predicamento que tenía en gran parte de los españoles

Durante años fue referente de juez implacable en la lucha contra el terrorismo, juez riguroso que no se casaba con nadie y mucho menos con el poder. Las tuvo tiesas con algunos compañeros, y también con ministros de Interior que Grande Marlaska consideraba que no luchaban contra el terrorismo con la suficiente contundencia porque andaban en negociaciones para ver si acababan con la banda. Fin ante el que Marlaska era muy escéptico.

Fue elegido vocal del Consejo General del Poder Judicial sin pertenecer a ninguna asociación, un hito; creía que los jueces no debían tener ni siquiera la servidumbre de una asociación. A Marlaska se le identificaba con el PP porque las tenía tiesas con algunas autoridades socialistas y también con compañeros escorados hacia la izquierda. Su fama de juez sin una sola fisura lo convirtió en un mito, y cuando Pedro Sánchez le ofreció la cartera de Interior tras la moción de censura, sólo por eso, la gente que desconfiaba de Pedro Sánchez empezó a pesar que a lo mejor podía ser un buen presidente. La decepción no tardó en llegar.

A los pocos meses anunció que no se planteaba el regreso a la judicatura cuando dejara el Gobierno. Tomó decisiones que parecían impensables en él, como el acercamiento de presos, ni una palabra de crítica a las componendas de Pedro Sánchez con los independentistas catalanes y no rebelarse cuando, contra el criterio de la anterior Abogacía General del Estado, la nueva Abogacía rebajó el delito de rebelión al de sedición. Tampoco se pronunció contra el empeño del Gobierno en restar atribuciones a un CGPJ mientras se halla en funciones. El desencanto mutó en indignación cuando se enfrentó con un coronel de la Guardia Civil que se empeñó en hacer el trabajo que le había ordenado un juez: investigar el papel del Gobierno en la manifestación del 8-M que, según autoridades sanitarias, tenía que haberse prohibido para impedir la pandemia. El ministro llamó a Pérez de los Cobos para que le informara de sus investigaciones y el coronel le recordó que sólo podía informar al juez que las había ordenado. La respuesta de Marlaska fue drástica: cesó e Pérez de los Cobos y, meses después, impidió su ascenso al generalato a pesar de que era el número uno de su promoción y contaba con más méritos que el resto de los candidatos.

Pérez de los Cobos recurrió a los tribunales, y la Audiencia Nacional le acaba de dar la razón: efectivamente, no podía informar al ministro sobre sus investigaciones y ordena, además, que sea restituido en el cargo del que fue cesado.

Grande Marlaska ha recibido un solemne revés, pero sobre todo ha perdido el predicamento que tenía en gran parte de españoles.

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