Mascarillas, máscaras, mascaradas

Resulta heroico que los profesionales de la salud hayan afrontado sus tareas careciendo de lo elemental

Entre las muchas negligencias que este gobierno está cometiendo, probablemente cualquier otro gobierno las hubiera cometido igual, resulta llamativa la incapacidad para proporcionar las más elementales medidas de seguridad a sus sanitarios y luego a toda la población. Hago referencia a las famosas mascarillas. Resulta heroico que los profesionales de la salud hayan afrontado sus tareas careciendo, en muchos casos, de lo más elemental. Ni mascarillas, ni guantes, ni otras muchas cosas básicas. Y cuando han llegado, en no pocas veces, eran de mala calidad, falsas. Es decir que los estaban o nos han engañado, antes se decía que como a chinos. Ironía cruel de nuestro refranero.

De las mascarillas tan buscadas, y que siguen siendo escasas, hemos pasado a las muy diferentes máscaras que se ponen los distintos políticos de turno. Estoy a la espera de que el presidente aparezca en su televisión con una máscara antigás, de las clásicas de la primera guerra mundial, para anunciar que gracias a él y solo a él, se ha ganado la batalla contra el virus y contra todos los que no le hacen la ola. En segundo lugar debería aparecer su vicepresidente cambiándose de máscara sucesivamente, como en un carnaval, para apoyar con una máscara a la Constitución y con otra para despreciar al Rey. Sucesivamente deberían desfilar todos los ministros, cambiando de máscara, al igual que van dando informaciones sucesivas de cómo sacar a los niños a la calle, o no sacarlos, con o sin patinete, a comprar el pan o no; tendríamos un gran baile de máscaras. Un baile en el que los gobiernos vasco y catalán ya se van quitando la máscara de solidaridad nacional puesto que ese antifaz les provoca una agudísima urticaria facial al tener que estar bajo el mando único de Madrid o por permitir que el ejército español pise sus tierras. En breve mostraran su habitual máscara de desprecio al resto de España, en particular a esos extremeños y andaluces pobres y vagos y ahora, además, infectos de virus.

Al gobierno le preocupa que se le hagan críticas, pero no le hace ascos a los votos a favor de esos críticos, mientras que los que le auparon al poder se abstienen o le niegan el apoyo. Solo puedo entenderlo si me dicen que estoy contemplando una gran farsa chabacana y grosera, donde se finge, se aparenta y se engaña a sabiendas. Estamos ante la gran mascarada nacional, y lo de nacional es un decir. Vale (del latín: consérvate sano).

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