Mayo

Mayo en mi ciudad, en Granada, me evoca tantas cosas; lo que hacen unas cruces en Mayo...

Mayo siempre me ha perturbado. Mayo es el mes imposible de disociar con la infancia, el patio de colegio, el sol que a las once calienta cada mañana, el olor de las bolas de alcanfor cuando mi madre sacaba la ropa de verano, el jersey de manga corta y ese frío mañanero que daba paso a los primeros pañuelos. Mayo siempre despierta una batería de sentimientos imposibles de gobernar. Saludas días cada vez más largos, calurosos y despreocupados, anticipa el comienzo del verano o despide al invierno, según duerma el día anterior. Mayo siempre fue Mayo.

Mayo, en Granada, es encantador. Rescata atardeceres en San Nicolás, sangría en los Tristes, desayunos en Bib Rambla. Sierra Nevada saluda un sol benévolo que por días se atasca y no quiere salir. Las calles dejan de llorar, la tapa cobra vida, los perros pasean a cualquier hora a sus dueños. La vida da para mucho más. Es verdad que faltan cosas de antes, de las que siempre Mayo inauguraba. Ya no abren las terrazas de verano. Una pandemia obligó a dejarlas puestas. Tampoco los cines de verano con rebeca, a los que un día la tecnología cambió por bloques de ocho plantas. Como Cinema Paradiso, pero a lo bestia…

Mayo siempre estornuda. Estornuda mucho. Un enjambre de flores y arboledas de su Vega se ocupa de recordar que nuestra humanidad posee menos defensas cada Mayo que pasa. Pero no importa. Toca ser blanco, vestirse de blanco, de primera Comunión. Como un Real Madrid blanco, que siempre viene por Mayo para decir que sólo él es rey en Europa. La gente intenta sonreír. Y mirar hacia delante. Con respeto. Con dignidad. Con la misma que Margarita Robles también aprovechó que estábamos en Mayo para defender la dignidad de nuestras instituciones, muy por encima del vil juego político al que tanto servilismo inútil nos ha acostumbrado. Tenía que ser en Mayo. Y llamarse Margarita.

Lo decía. Mayo siempre fue Mayo. Apenas quedan días para el verano y todo se anticipa en el misterio de descubrir cómo amanecerá el día siguiente, si me apresuré en exceso a cambiar de ropa, si quedarán días de brasero o bienvenido sea el aire acondicionado. No sé porqué, pero hay quien dice que Mayo, la antítesis de Septiembre, nos hace sentir más vivos. Que lo que apenas unas fechas eran días vacíos, ahora, como si el Mayo del 68 se reprodujera una y otra vez, se torna bullicio y sorna, recuerdos y homenajes a lo que queda de derechos y libertadas inutilizados bajo una torticera ocupación ideológica de quienes creyeron que acampar en Plaza del Carmen desterrarían más de cuarenta años construyendo democracia. Fue en Mayo, y Mayo también da para eso…

Dejadme que os cuente, porque Mayo, en mi ciudad, en Granada, me evoca tantas cosas. Lo que hacen unas cruces en Mayo….

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