José Miguel Bolívar

Medalla a repartir entre muchos

Emocionante muestra del taller de discapacidad con el Psico Ballet de Maite León

Emocionante por momentos la puesta en escena, con más de treinta bailarines sobre las tablas moviéndose a una, en la Muestra final del Taller de Alumnos de Artes Escénicas y Discapacidad que tuvo lugar anoche en el Teatro Alhambra.

Entrañables escenas de complicidad también las que se vivieron entre los diecinueve bailarines del Psico Ballet de Maite León, que ha sido premiado este año con la Medalla de Honor del Festival de Música y Danza.

Una medalla que recogió hace unos días Gabriela Martín León, hija de la creadora de este método, que falleció en 2006, y que tendrá que compartir con todos los miembros de la Asociación SuperarT y la asociación Síndrome de Down de Granada que ayer hicieron un trabajo tan profesional como conmovedor. A saber, el cuadro de bailarines formado por Alba, Ana, Antonio, Clara, David, Guillermo, Ismail, Laura, Óscar, Rocío, Salvador, Sara, Vicki y Yolanda se ganaron el emocionado aplauso del público del teatro y sin duda, se merecieron cada uno una réplica de esa medalla que reconoce el trabajo de una persona que no creía en los imposibles y consiguió que presenciáramos estampas imposibles y muy especiales en escena.

Especiales fueron ayer los gestos de cercanía de uno de los bailarines señalándole a su compañero con el pulgar hacia arriba después de hacer su irrupción en escena y otro de ellos jugando con la coleta de su compañera. Pequeños gestos llenos de naturalidad que en ningún momento entorpecieron el clima de concentración de los alumnos y los chicos del Psico Ballet que estaban muy metidos en su papel.

En la presentación del espectáculo tuvieron unas palabras traducidas simultáneamente al lenguaje de signos, en las que agradecían específicamente a los alumnos y monitores del taller que se habían "lanzado al abismo" y por "aceptarlos tal cual eran". Y a la luz de los resultados de este espectáculo, hay que reconocer que como bailarines son muy buenos.

En la primera coreografía llamada La Misa de los Cuerpos, de Henrique Amoedo. los treinta bailarines funcionaban como uno sólo en una verdadera comunión siguiendo la simbología del título. Todos vestidos de negro riguroso, excepto la más joven del elenco que salió aupada por los brazos de todos sus compañeros y dibujó una bonita escena de superación. Las manos de todos los bailarines la auparon en volandas en un emocionante momento cargado de simbolismo. Los treinta bailarines alineados al fondo del escenario se agruparon por parejas y presentaron cuatro números por dúos en los que se veía el trabajo mano a mano de los bailarines con discapacidad y los alumnos. En la pieza Resurección del Papagayo, los pequeños se convertían en un grupo de gaviotas en escenas, mientras que el chico que hacía de papagayo con dos fulares de colores salió a pecho descubierto completando un número emocionante. Aún más plástico en cuanto a poder evocador fue el pasaje titulado Agua, que también firmaba la Asociación SuperarT .

Más animada y simpática fue la coreografía titulada Cafeína en la que los alumnos jugaban con una cuchara y unas sillas y el efecto que produce el café en el sistema nervioso. Patricia Ruz firmaba esa coreografía, así como la que cerraba el espectáculo titulada Feliz Cumpleaños y que fue como una pequeña celebración de estas semanas de trabajo y la experiencia única de compartir una vivencia con personas que lo viven de otra manera pero acaso, mucho más pura y auténtica en todas sus formas.

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