paso de cebra

José Carlos Rosales

Medalla muy tardía

EL Consejo de Ministros ha concedido al escritor Jorge Semprún la Orden de las Artes y las Letras. Ha sido a título póstumo. Porque, tal vez, si no se hubiera muerto, no se la hubieran concedido nunca. España es así, aquí sólo los escritores muertos (no todos, claro está) se merecen distinciones y honores. Aquí, basta que un autor (o pintor, o cineasta, o...) se muera para que todos hablen con respeto de su obra o de su vida, de sus esfuerzos y renuncias, de sus méritos. Nadie va a discutir (supongo) lo oportuno de este honor que el Consejo de Ministros ha otorgado a un Jorge Semprún que ya no podrá venir a recoger esa medalla tan tardía, tan inútil ahora.

Mientras en otros países (La Orden El Sol en Perú o L'Ordre des Arts et des Lettres en Francia) existen distinciones semejantes desde hace décadas, en nuestro país (siempre tan desfasado y peculiar) esta Orden de la Artes y las Letras no fue creada hasta agosto de 2008, cuando se publicó el Real Decreto correspondiente en el que se establecían sus normas y procedimientos. Así, en el artículo 2 del decreto aludido se indicaba que serían beneficiarios de esa medalla aquellas personas físicas o jurídicas que hubieran contribuido "sustancialmente a la difusión internacional de nuestra cultura, fomentando su mejor conocimiento y apreciación por los ciudadanos de otros países".

Desde entonces la han recibido dieciséis entidades, corporaciones o personas: nueve museos internacionales (el Rijksmuseum de Amsterdam o el Museo del Louvre de París) y seis intelectuales, artistas o creadores, que van de Joan Baez al psiquiatra Luis Rojas Marcos, del cantante Plácido Domingo al restaurador (de restaurante) José Andrés. En esta selecta nómina sólo hayamos un escritor español, José Luis Sampedro. ¿Qué raro, verdad? ¡Qué extraño tanto olvido, tanta ausencia! España es así. Aquí lo único importante es batallar para ver quién se queda con la gestión o propiedad de un río, sea el Guadalquivir o el Segura; aquí lo único estimulante es inventarse padres de patrias inventadas, sean Sabino Arana o Blas Infante; aquí lo único que se lleva es el enfrentamiento, la división, la inquina. Qué le vamos a hacer.

El artículo 5 del decreto citado dice que "los receptores de la Orden de las Artes y las Letras de España tendrán derecho a portar la insignia correspondiente y a ostentar su condición de acuerdo con los usos y costumbres sociales". No sé dónde o para qué la va a usar ahora Semprún o qué señalan las costumbres sociales sobre el uso de honores y distinciones por parte de aquellos que ya no son de este mundo. ¡Diantre, cómo no se la dimos antes, mucho antes! A él y a tantos otros.

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