Media con jamón para el perro

Tras estos episodios perrunos, viene mi pregunta: ¿No nos estamos pasando con el cariño que le damos a las mascotas?

Hace unos días, al entrar al Covirán del barrio, vi a una señorita de muy buen ver -los pantalones y el jersey ceñidos resaltaban una figura espectacular- atar a su perro en uno de los barrotes de la verja que hay a la entrada del establecimiento. El perro era un labrador inglés color chocolate, que se sentó obedientemente nada más verse atado por su dueña. "No te preocupes amor, que enseguida salgo. Ya verás qué poco tardo", oí que le decía al perro mientras le acariciaba la testa. La chica, efectivamente, tardó muy poco y coincidí con ella -yo solo iba a por unas aceitunas con anchoas y un par de melocotones- a la salida. Al desatar al perro se agachó y le plantó al animal un sonoro beso en el occipital al tiempo que le decía: "Ya estoy aquí, amor. ¿Has visto qué poco he tardado?". Se lo dijo tan dulcemente y con unas caricias tan reconfortantes que en ese momento deseé fervientemente ser un labrador inglés. Creo que nadie me ha acariciado así en la vida.

Otro día, cuando iba a proceder a una de mis excursiones por el Albaicín, al pasar por la terraza de una cafetería me llamó casi a voces uno de los vecinos que ocupaba una mesa. Tenía sentado a su lado un perro grande blanco y negro de raza inclasificable. Lo tiene desde que se divorció de su mujer, creo que en un intento de llenar el hueco de ausencia que ha dejado su separación. Me preguntó si quería sentarme y desayunar con él. Por no hacerle un feo me senté y le dije que solo tomaría café porque tenía cierta prisa.

Mi vecino llamó al camarero y pidió dos cafés y dos medias tostadas, una de ellas con jamón. Al tomar nota el camarero le advertí que yo solo quería café. "No. Si la otra media tostada es para él" -me dijo señalando al animal que tenía a su lado. Al llegar el pedido, mi vecino, cogió la tostada que llevaba una loncha de jamón encima y se la ofreció al perro, que la engulló en un santiamén. "Le encantan las tostadas de aquí", comentó mi vecino. Al irme de allí intenté pensar en la situación tan surrealista que había vivido: ¡Mi vecino había pedido media tostada de jamón para su perro!

Y ahora, después de vivir recientemente estos dos episodios perrunos, viene mi pregunta:¿No nos estamos pasando con el cariño que le damos a las mascotas?

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