El coronavirus ha demostrado que no le importa la profesión de sus víctimas y que puede infectar igual a un barrendero que al alcalde de una ciudad, aunque bien es cierto que los dos no afrontarán igual las consecuencias (al fin y al cabo no todos pueden permitirse el lujo de teletrabajar). Pero, lo que también ha demostrado esta pandemia es que la clase política tiene memoria de pez. Por suerte o por desgracia el Covid-19 ha terminado afectando a dirigentes de todos los colores, lo que ha llevado a las críticas por parte del resto de "compañeros" de trabajo. Para muestra un botón: Ortega Smith fue uno de los primeros políticos en dar positivo, lo que llevó a la crítica por parte del resto de formaciones del Congreso, pero eso no ha impedido que sus compañeros granadinos, con el señor Miralles a la cabeza, hayan sido los primeros en levantar la voz después de conocerse que Luis Salvador había dado positivo. Lógicamente, la crítica es legítima y está bien preguntar qué hizo el alcalde antes de hacer el test, pero no estaría mal hacer un poco de autocrítica, y pensar que todos tenemos un o una irresponsable en nuestro partido y que, a veces, el contagio es inevitable.

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