La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Mentiránchez

Va tan engreído en su figura publicitaria que Pedro Sánchez se permite groseros gestos contra el jefe del Estado

He llegado a una muy íntima convicción: Pedro Sánchez se lo pasa pipa mintiendo a los españoles. Le divierte sobremanera decir lo uno y lo contrario y ver así cómo le compran su relato en el tendido del ruedo progresista. No hay más que oírlo hablar y echar cuentas de lo que dice. A poco que uno lo mire con cierta separación de afecto, inquina y militancia, se llega a la conclusión del descaro con el que el plagiario doctor Sánchez practica la mendacidad.

Tiene la suerte de tener a favor medios de comunicación por escrito, radiados y televisados. Es la ventaja que da ser presidente en funciones y candidato a la reelección. De lo contrario lo veríamos relegado al corte televisivo estrictamente obligatorio por compensación de la ley electoral. Tendría el mismo peso intelectual que tiene Belen Esteban, el bombero torero o Manolo el del bombo, y su presencia sería menos extensa e intensa, dada su nula aportación a la seriedad institucional, la verdad inapelable y el rigor ideológico.

El desahogo de Mentiránchez es producto de su afición al marketing político, un estudiado postureo pensando más en su devenir propagandístico que en la responsabilidad debida a su cargo. El desaire a la verdad en su boca es tal que le lleva a decir lo uno y lo contrario en la misma hora aunque en días distintos. Y, pasmosamente, ni se inmuta. De echarle la culpa a Cs por no apoyar su investidura ha pasado a decir ocho días después lo que ya sabíamos: que jamás pactará con ellos. Él, que ya firmó un acuerdo con Rivera antes de investir a Rajoy.

No quería nuevas elecciones, pero buscaba repetirlas desde la misma noche del 28-A. De prometer tres ministerios a los de Podemos ha pasado a reprocharles que pidieran ser parte de su Gabinete. Propuso un gobierno progresista con su aliado natural, Podemos, para luego propagar que no son gente madura para gobernar conjuntamente. Pedía a Pablo Casado que respetase la lista más votada, justo lo que él no ha hecho nunca. Ni en Navarra. Negó (chantajeó) la financiación autonómica alegando un informe jurídico inexistente, pero la desbloquea ahora que empieza la campaña. Va tan engreído en su figura publicitaria que se permite groseros gestos de mala educación contra el jefe del Estado, sin que se le sonroje parte alguna de su dura faz.

Mentiránchez es un mendaz poco espontáneo, pero eficaz electoralmente. Lo suyo es un método con el que busca engatusar electores sin memoria más que convencerlos con su trayectoria.

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