Menú a cinco euros

Cada día aparece un nuevo robot que va a hacer el trabajo que antes hacía un humano cuidando a personas

El otro día estuve en una hamburguesería donde hay menús dobles a 5 euros. Un padre jugaba con sus dos hijos pequeños palmeándoles la cabeza. Una enorme familia de inmigrantes sudamericanos celebraba el cumpleaños de una niña que sonreía con su corona de papel dorado en la cabeza. Dos novios adolescentes compartían unas alitas de pollo. Un grupo de chicas se reían frente a sus enormes vasos de Coca-Cola. Todo el mundo parecía de buen humor. Si se oían gritos, eran las exclamaciones de júbilo de los invitados del cumpleaños. Llámenme idiota, o ingenuo, o voluntarista -una palabra que se usaba mucho en las asambleas universitarias de los años 70-, pero la gente parecía bastante feliz, o al menos razonablemente contenta.

Y, sin embargo, el mundo que vivimos no parece anunciar muchas alegrías. En muchas zonas de nuestro país hace un calor veraniego cuando aún estamos en febrero, y aunque ya nos estamos acostumbrando a esta clase de temperaturas porque nos parecen normales, todo apunta a que nos encaminamos a un mundo de temperaturas insoportables y de sequías continuadas. Y mientras esto ocurre, nos enteramos de que se van cerrando las pocas fábricas que quedan porque cada vez es más difícil mantener en funcionamiento la industria productiva o las empresas que respetan los convenios y los salarios y las cuotas de la Seguridad Social. Y cada día aparece un nuevo robot que va a hacer el trabajo que antes hacía un humano. La última novedad son los robots que cuidarán a las personas mayores o con problemas de movilidad.

El panorama político también es para echarse a temblar. Pablo Casado oscila entre la inanidad y la estupidez, según los días. Los modos matoniles de Vox pidiendo listados dan miedo. Los líderes del procés repiten cada día en el Supremo que cobraban 100.000 euros anuales por hacer crucigramas en sus despachos. Pedro Sánchez demuestra tener eso que los psicólogos denominan un trastorno narcisista de la personalidad. Y nuestra izquierda más rupestre sigue empeñada en creer que el dinero brota solito de la tierra si uno susurra las palabras mágicas adecuadas. O sea que lo mejor será tomar el menú doble a cinco euros, mientras la gente se divierte en la hamburguesería porque esto -aunque parezca muy poco- es lo único que tenemos y debemos aprovecharlo ahora que podemos.

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