Metro: línea 2

Muchos ayuntamientos que probablemente despidieron el tranvía en los 60 ahora piden la ampliación del metro

Leo que parte del trayecto, en su parte final, de la ampliación hacia el sur del metropolitano de Granada discurrirá en paralelo al antiguo trazado de los tranvías que circulaban por allí hasta mediados de la década de los años setenta del pasado siglo XX. Imagino que no será posible aprovechar sus terrenos porque quizás estén invadidos por carreteras o cualquier otra infraestructura próxima; en todo caso la impresión que recibo es que casi cincuenta años después hemos descubierto que hicimos una apuesta errónea al eliminar aquel sistema de transporte.

Reconozco, el que tiene boca se equivoca y el que escribe también comete borrones inmensos, que el metropolitano ha sido un gran acierto. Y yo escribí en este diario que no tenía muy clara esa infraestructura. El parón de las obras colmó nuestra paciencia, pero el tiempo ha revisado mi visión. Ahora son muchos los ayuntamientos que piden su ampliación, probablemente los mismos que a mitad de los años setenta despidieron, sin mucho ruido, a los tranvías que circulaban por la vega. Mi recuerdo infantil de aquellos transportes es muy vago, tan solo tengo nítido un viaje en el añorado y llorado tranvía de la Sierra (último viaje en enero de 1974). Todo aquello terminó ahogado por los coches, sus humos y el sentido de modernidad que se nos vendía en esa época.

¿En esa época? Yo diría que seguimos hipnotizados por un sistema de transporte que vende de continuo que vivir en los pueblos de la vega te pone a cinco minutos del centro de Granada. Digo yo que será con las líneas del metro, pues con el vehículo privado, eléctrico o no, los atascos para acceder, digamos hasta el río Genil, nos convierten en la tercera ciudad más contaminada del país. Hemos perdido medio siglo.

Y como el ser humano es un animal que siempre tropieza tres veces con el mismo pedrusco, leo también que vamos a seguir comprando cañones para que las pistas de Sierra Nevada tengan nieve. Comprendo que nuestro macizo es un motor económico, de los pocos que tiene la provincia; pero contemplar estos días la montaña surcada por pistas de nieve, nieve artificial que creamos los humanos a falta de precipitaciones naturales, me produce un profundo desasosiego. ¿No estamos equivocando de nuevo nuestras decisiones? ¿Es lógico confiar nuestro desarrollo y prosperidad a una actividad que depende de un clima cada año más adverso a la misma? Cada vez hay menos tiempo que perder. Vale.

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