Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Metrotextualidad del Planeta

Que tres hombres hayan ganado el Premio Planeta travestidos de mujer es síntoma de que las cosas están cambiando.

Las mujeres han leído de toda la vida más novelas que los hombres. Los que las escribían, hasta la erupción novelística actual - en la que la 'colada narrativa' femenina fluye incoercible-, eran hombres. Con lo que se ha cumplido la idea marxiana de que la ideología dominante, la patriarcal, tan perjudicial para las mujeres, termina siendo la ideología de las propias mujeres, interiorizada a partir de sus lecturas de obras masculinas. La concesión del Premio Planeta a tres escritores que se han tenido que travestir de mujer para vender más novelas e, incluso, para ganar más premios, es un síntoma feliz de que las cosas están cambiando. Al ritmo actual de producción, en poco tiempo habrá más novelas escritas por mujeres que por hombres, con lo que, atendiendo al pensamiento de Marx y Engels, la ideología dominante, vehiculada a través de esas novelas, terminará siendo de inspiración feminista y, entonces, se abrirán las grandes alamedas por las que la humanidad -supongo- caminará hacia un mundo menos agresivo, menos injusto, mejor, en suma. Más a lo Ángela Merkel que a lo Margaret Thatcher. Los tres autores que escriben con el pseudónimo Carmen Mola son unos aprovechados, y no solo fingen ser mujer, para ser más reconocidos y prosperar, sino que imitan en su trinidad creadora al Dios, uno y trino, que escribió la Biblia que, según ciertos críticos literarios, es un relato muy bien redactado. Igualmente, aspiran, como Cervantes, uno de los primeros escritores metrotextuales de la Literatura Española, a vivir lo mejor posible de lo que escriben. Para ello siguen los consejos de sus editores en cuanto a la autoría de sus libros y quizá en cuanto a su contenido: para asegurarse una vejez desahogada. Aunque a Cervantes le robaba su editor. Metrotextuales, el Manco de Lepanto y Carmen Mola, porque aspiran con sus galas y afeites literarios a gustar a todo el mundo. Para que, en palabras de Don Miguel de Cervantes,"El melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla". Tengo entendido que los llamados metrosexuales también aspiran a seducir a tirios y a troyano, a hombres y a mujeres, a andróginos y cisgénéricos. Al planeta, al Cosmos todo.

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