Crónica Personal

Miedo

El pánico por el coronavirus es casi más grave que el número de víctimas, aunque no habría pánico si no hubiera víctimas

Aparte de las víctimas mortales, las consecuencias económicas del coronavirus empiezan a tener magnitud de catástrofe. Europa ha corregido sus pronósticos de crecimiento, los expertos alertan sobre cómo puede afectar al empleo los cierres de fronteras o las medidas que han tomado empresas de gran o mediana envergadura, y es opinión generalizada que muy a corto plazo algunos negocios se verán obligados a restringir gastos -que siempre afectan a la parte más débil, los empleados- para paliar el descenso de clientes. La calle no es lugar que atraiga a quienes están asustados por las consecuencias de un virus descontrolado. Su primera reacción es encerrarse en casa con buen número de víveres para proteger a sus familias. El pánico es casi más grave que el número de víctimas, aunque no habría pánico si no hubiera víctimas.

Hay consenso internacional en que las medidas que se están tomando son las correctas y que un gran porcentaje de muertes son de personas de mucha edad y con antecedentes médicos graves. Los índices de mortalidad no son mayores que los que provoca una gripe normal, lo que inquieta es que se trata de un virus desconocido hasta ahora y por tanto los científicos se están volcando en su investigación, cómo se propaga y la búsqueda de una vacuna.

El personal sanitario español se queja de falta de medios para protegerse de posibles contagios, y también hay fallos en los teléfonos de atención a los posibles afectados, comprensible cuando hay que enfrentarse a un virus que no se sabe bien cómo puede llegar y provoca una ola creciente de preocupación que a veces raya en el histerismo, con personas que ante unas décimas de fiebre acuden desesperadamente al primer centro de salud cuando no consiguen ser atendidas en el teléfono de emergencia.

Ante una situación así es fundamental que el gobierno transmita seguridad, que sabe qué medidas debe tomar y cuenta con los medios adecuados para hacer frente a la crisis. El ministro Illa tiene temple y transmite esa seguridad, pero no ayuda que su compañera de Trabajo se haya apresurado a publicar una guía en la que se recogen las medidas que se deben adoptar en los centros laborales. Medidas no consensuados con el ministro de Sanidad y que la propia CEOE ha considerado alarmistas.

Este gobierno debe actuar como un bloque frente al virus, pero la rivalidad entre ministros de Sánchez y de Iglesias se hace cada vez más evidente. Cosa preocupante, porque se necesita un gobierno con una posición rigurosa y sólida para luchar contra el maldito coronavirus.

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