Tras lustros de brega, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha conseguido demostrar la eficacia de un fármaco frente a las células madre responsables del inicio y del crecimiento del cáncer que, tras 41 días de tratamiento, ha reducido a la mitad la actividad tumoral en ratones. Ese es el primer milagro. Martín Recio, médico jubilado y exalcalde de Carmona, inició una campaña en septiembre de 2015 y logró recoger más de un millón de firmas, que se entregaron el martes pasado en el Congreso con el fin de obtener financiación para trasladar el estudio a las personas. Ese es el segundo milagro. Ahora falta el tercer y más difícil de los milagros: el descubrimiento de vida inteligente en otro planeta y en algunas administraciones públicas para que se garantice el coste del proyecto.

El dinero necesario ronda los dos millones de euros, una nadería en relación con lo que se derrocha en sandeces, en infraestructuras absurdas, en gastos de representación de cargos públicos, en fitures o en tarjetas black, blue, green o rainbow. El que se haya tenido que recurrir a esta presión, la recogida de firmas, ya revela a las claras las dificultades de muchos científicos para realizar su trabajo y de no pocos gestores para distinguir lo realmente importante. Los mismos que repiten como un mantra lo del desarrollo sostenible o la necesidad de invertir en I+ D + I (¿Idiotez, más Demagogia, más Idiotez?), mientras permiten que se arrasen los recursos naturales y recortan hasta el 40% la inversión en investigación, habrán de concluir que no basta con convertir a Andalucía en la barra del bar de Europa que ahora es España. Queda un consuelo: pese a la fuga de cerebros, talento sobra en el país y en la UGR.

La palabra cáncer es una de las más temidas del diccionario, toda una constelación de sufrimiento y muerte. Un avance en la materia podría ahorrar bastante gasto sanitario y, lo que es infinitamente más importante, arrojar esperanza a millones de ciudadanos, porque difícilmente se encontrará a un solo español sin conocidos, amigos o familiares afectados por el mal. Como dijo la cantante canadiense de country Terri Clark: "Cuando alguien tiene cáncer, la familia entera y todo el que lo ama también lo tienen." A ver si en esta se equivocan y atinan, aunque a destiempo. Porque al paso burocrático que van, cuando concluya la investigación con éxito, si es que sucede, ya será tarde y fatal para muchos.