paso de cebra

José Carlos / Rosales

Miopía política

HACE muy poco que estuve en Málaga (por razones que no vienen al caso) y otra vez me encontré en sus periódicos noticias o fotos que en Granada nunca serían posibles. Recuerdo una de ellas: autoridades públicas y privadas, municipales y autonómicas, sanitarias y asistenciales, religiosas y laicas, aparecían unidas en las páginas impresas conmemorando el Día Mundial de Lucha contra el Sida: propugnaban la prevención como vía más sensata para reducir la propagación de esta enfermedad silenciosa y mortífera. No es la primera vez que las autoridades malagueñas se ganan su jornal trabajando en las principales tareas de un político: mejorar la vida de la ciudadanía y elaborar acuerdos razonables. De ahí que en Málaga haya tantos logros cívicos y culturales, fruto del acuerdo y la colaboración entre las administraciones local, autonómica y del Estado.

Cuando comento esta agradable impresión con mis amigos malagueños, algunos de ellos se llevan las manos a la cabeza y empiezan a relatarme las trampas y desaires ridículos que algunas autoridades malagueñas siembran en el terreno de sus adversarios políticos con fin de desacreditarlos sin remedio. Pero cuando yo les cuento que en Granada no hay ninguna zona social o artística donde la confrontación más sucia no haya sido la única regla (ni siquiera el Parque de la Ciencias o Caja Granada se han salvado de recibir descalificaciones, insidias o recelos por parte, fundamentalmente, del Partido Popular), mis amigos malagueños me miran con misericordia, cambian de conversación y ya no me dejan pagar ni una ronda en toda la noche.

Así son las cosas: a muchos granadinos los logros de Málaga nos producen desánimo o tristeza, no porque no queramos que progrese nuestra ciudad hermana, sino porque nosotros vivimos atrapados en un profundo laberinto municipal de miopía política que pareciera tener fin. Un ejemplo: la asociación Málaga Contra el Silencio y el Olvido ha firmado un convenio con la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga (con mayoría del PP) para levantar, en el cementerio de San Rafael, un panteón donde puedan reposar con dignidad los restos de 2.840 víctimas de franquismo. En este loable proyecto también participará la Universidad de Málaga y el Ministerio de Presidencia. El Ayuntamiento de Málaga colaborará con 80.000 euros. En Granada nada de eso sería posible: ni siquiera una placa conmemorativa de los fusilamientos de agosto de 1936 ha dejado colocar en la tapia del cementerio nuestro gobierno municipal, también del Partido Popular, del mismo color político que el alcalde de Málaga, pero muy intransigente y altanero, tan miope como antiguo.

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