Moral Alta

Una sociedad sensata debería recompensar mejor a quienes cuidan a las personas enfermas y dependientes.

La calle Moral Alta está en el Realejo. Es probable que su nombre venga de la lejana presencia en ella de uno de esos árboles de la familia de las moráceas. Estos días quisiéramos que el nombre de la calle tuviera más bien que ver con un estado de ánimo que se contagiara como un virus benigno; sin embargo, la experiencia enseña que una cosa es el deseo y otra la realidad, que hay una distancia entre cómo son las cosas y cómo tendrían que ser. También lo enseña la lógica. Por eso David Hume previno contra el falaz salto del "es" al "debe": del hecho de que siempre haya habido ricos y pobres no se sigue que deba seguir habiéndolos, ni el hecho de que siempre hayamos quemado carbón es por sí solo un buen argumento para que debamos seguir quemándolo. Pero hoy nos interesa más el salto inverso, igualmente falaz, del "debe" al "es". Pues hasta un sabio como el sociólogo Alain Touraine parecía incurrir en esta falacia cuando hace unos días afirmaba en una entrevista: "Esta crisis empujará hacia arriba la categoría de los cuidadores: no pueden seguir estando mal pagados."

Tiene razón, seguramente, Touraine cuando sospecha que el mundo será distinto tras la pandemia. También tiene razón si piensa, como sospecho que piensa, que una sociedad sensata debería recompensar mejor a quienes se encargan de cuidar a las personas enfermas y dependientes, a los niños, a las ancianas. Pero otra cosa es suponer que nuestras sociedades harán lo que deberían, que recortarán las ganancias de tiburones financieros, estrellas del deporte, rentistas y traficantes diversos en beneficio del personal de la sanidad o de los servicios sociales. Lo dudo, incluso aunque el beneficio que cuidadores y cuidadoras reclaman no consista tanto en mayores salarios cuanto en disponer de medios para realizar dignamente su trabajo.

Aplaudimos todas las tardes para mantener alta la moral de quienes nos cuidan, pero para pasar del "debe" al "es" tendríamos que atender sus justas demandas. Si no lo hacemos, la dramática experiencia del coronavirus nos habrá enseñando tanto como otras dramáticas experiencias: nada.

Volveremos a pedir a personas que solo quieren ser normales que se comporten como héroes y las palabras "Moral Alta" serán solo el recuerdo de un árbol que ya no está y de un callejón que, durante una cuarentena, se usó para que mearan los perros.

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