Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Morir de risa o de asco

Un país no puede medirse por las tonterías o brutalidades que dicen o hacen sus políticos

Ante las elecciones en Andalucía, convendría que la clase política que va a concurrir a ellas evitara que los ciudadanos se mueran de risa o de asco. Porque estamos hartos, a nivel local, regional o nacional, de la sucesión de episodios salidos de la boca y la mente de muchos líderes de todo signo. Sentíamos asco, hace unos días, cuando el vicepresidente del gobierno de la comunidad autónoma de Castilla y León, de Vox, se dirigiera a una procuradora socialista, con minusvalía, afirmando que iba a contestar a su interpelación como si fuera una persona normal. Aunque no tiene funciones específicas, bien pagadas y honores vicepresidenciales, el PP de Mañueco, dependiente de los votos de la extrema derecha, tiene que tragarse todos los sapos lingüísticos y políticos, tras haber convocado unas innecesarias elecciones.

Gobernar con indeseados sólo puede hacerlo cómodamente don Pedro Sánchez, genuflexo ante lo que dicen, hacen y piden sus socios. Que no le gusta el sistema monárquico a Podemos o a los independentistas catalanes y vascos, incluyendo a Bildu, pues nos acercamos a sus tesis, por ejemplo con un proyecto de despenalizar injurias al Rey que tiene prohibido aparecer por Cataluña, o sumarse el socialismo catalán al resto de grupos del Parlament que se oponen a la ley que obliga a los centros escolares que, al menos, impartan el castellano en sus aulas, en un 25%. Hasta estaría dispuesto -cosa rechazada en septiembre- a convertir las cámaras parlamentarias en una especie de torre de Babel donde se hablaran todas las lenguas del Estado, como si ya no hubiera grotescos disentimiento en la mismas para que, además, no se entendieran lo que decían unos y otros, lo cual es posible fuera mejor. Eso en cuanto a pequeños detalles, porque el tema de fondo es la independencia, irrenunciable y por la que están dispuestos a repetir los mismos delitos por los cuales, los hoy socios de Sánchez, fueron condenados y posteriormente indultados. Los golpistas que desean apoderarse de una parte clave del país, no tienen que pedir el perdón exigido a un rey que, a pesar de sus posibles corrupciones, restauró y defendió la democracia, tras 40 años de abominable dictadura, y rechazan su derecho de transitar por el país, como lo tienen ellos, exhibiendo sus ideas y delitos.

Sobre pagos a coaligados y socios, en el orden risueño tenemos las ocurrencias del ocioso ministro de Consumo, señor Garzón, que acaba de sugerir que compartamos los electrodomésticos para ahorrar luz. Nuestros frigoríficos y lavadoras serán de la comunidad. Por eso advertimos de las coaliciones ante los comicios andaluces, para no acabar entre la risa y el asco.

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