La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Morirse de risa

Hay muchas cosas extraordinarias que sólo son asequibles a través del esfuerzo

Leo que unos científicos se han unido en Big Van Ciencia para demostrar, haciendo de monologuistas, que la comunicación científica puede ser divertida. Ya los había visto hace tiempo en un informativo de televisión. Lo mismo hacen médicos, filósofos o sacerdotes. Hay que demostrar que todo es o puede ser divertido. ¿Y lo que no lo es? Pues no entra, queda fuera, es olvidado. Admiro la divulgación entretenida y seria que tanto conocimiento ha llevado a tantos millones de lectores. Baste nombrar a Asimov, Zweig, Bernstein o Beevor por citar disciplinas distintas. Pero la manía de que todo tenga que ser divertido y fácil para hacerlo atractivo, llegando al extremo de vestirse de payasos o convertirse en monologuistas, es un síntoma más de la estulticia global. Que afecta incluso a la liturgia con curas raperos y misas para niños y jóvenes que parecen viejos programas televisivos de Torrebruno o de los Payasos de la Tele.

Hacer digerible, atractivo y comprensible lo serio y lo complejo está muy bien, siempre que no se descafeíne, achique y simplifique hasta convertirlo en otra cosa. Siempre que no se excluya hasta hacerlo desparecer -recluyéndolo en un Olimpo de especialistas- lo que por su propia naturaleza es en principio, para los no entrenados, indigesto, poco apetitoso y difícil; pero muy valioso. Y, sobre todo, siempre que no suponga la renuncia al esfuerzo. Porque hay muchas cosas extraordinarias que sólo son asequibles a través del entrenamiento, el rigor y la dedicación. Después viene la recompensa, ya sea en placer, en conocimiento o en ambas cosas; pero para llegar a ella es imprescindible el esfuerzo. Lo contrario sería como afirmar que se puede hacer el deporte asequible, gustoso y divertido sin las muchas horas de entrenamiento que son necesarias para convertir el cuerpo en un instrumento capaz de encontrar placer y procurar salud a través de la práctica de alguna disciplina. Con la ciencia, la cultura o la religión sucede lo mismo: se puede y se debe dar pasos serios para divulgar y hacer apetecer sus contenidos -en lo religioso, las parábolas del Nazareno son un modelo perfecto-, pero no al precio de trivializarlas. Se puede y debe divulgar la música clásica, pero no al precio de falsearla sumándole una batería para convertirla en una baratija yeyé. Aplíquese lo mismo a la ciencia, el arte o la liturgia. Hay cosas que pueden morirse de risa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios