Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Motos, caballos y bicicletas

El transporte sentimental en la Edad Media, en los años 50 del pasado siglo y en los tiempos actuales

La estrategia de la pareja que pasa velozmente delante de mí en una motillo, no es la misma que la que cuenta el viejo romance de Don Bueso. Tiempos, los presentes, de abundancia, de consumo alocado, de alerta suma de los sentidos y de sus sensores para obtener constantemente placer y felicidad. Al tiempo que acelera, la chica que conduce la moto, ladea la cabeza para que el muchacho que hace de paquete pueda sacar un selfi para los amigos. Luego, guarda el móvil. El chico sostiene un cigarro con la mano izquierda, con la derecha, un helado; cuando se coloca el cigarro en los labios, la mano izquierda reposa, sin vaivén ni intención, sobre una zona llena de terminales nerviosos de la conductora. Va sin casco; el aire mueve, esparce y desordena su cabello dejando ver los auriculares de su iPod. Mira extasiado los rosales que jalonan la avenida y le grita a su amiga: "¡Tía, cómo huelen!". En el romance de Don Bueso, el caballero ha salido a buscar amiga en tierra de moros. Sorprende a una joven cautiva cristiana que lava en el río ropas de la reina mora. Se trata -aunque ellos aún no lo saben- de su hermana, apresada hace siete años por los moros. Ahora, cautiva, es maltratada por su señora. El romance, dramatizado, recoge el diálogo de los protagonistas. Economía y moral afloran entonces. Don Bueso invita a la chica a acompañarlo. Primero, tratan de qué prendas de la colada llevar -don Bueso busca también un botín- y deciden que sean las más caras y que las otras las arrastre la corriente, y, después, se ponen de acuerdo -para que no sufra la honra de la cautiva y para esquivar el tabú del incesto-, en que monte en las ancas del caballo y no delante. En mi pueblo, solíamos pedir a las mozuelas del lugar que montaran en el cuadro de la bicicleta y no en el portaequipajes: la honra de las que aceptaban sentarse en la barra de la bici sufría bastante. Por el contrario, la ubicación de la pareja de la moto -si delante, si detrás- depende más bien de la propiedad del vehículo y de quién tiene carné de conducir. Hasta hace muy poco, el romance de Don Bueso se ha cantado y contado en Andalucía en una versión, breve pero muy intensa, en la que la madre se alegra de recuperar a la hija y muestra una cierta decepción porque su niño no le haya traído una nuera. ¡Las madres, ya se sabe!

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