La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Movember

En el rugby las chicas son cada día más importantes. Además de buenos equipos y gran selección, tenemos una chica de aquí

Si aún no están del todo convencidos de la profunda gafedad (ya sé que la palabra no existe) que corre por las venas del mes de noviembre, después de recibir en este mes a Rajoy como presidente del gobierno de España o a Donald Trump como presidente de gobierno del mundo, del nuestro, por lo menos, o de que se nos hayan ido Leonard Cohen o Juan Carlos Rodríguez más cerca de casa o, incluso, el bueno de Paco Nieva y hasta Leon Russell que ha pasado un poco más desapercibido, si aún no se convencen, digo, es que algo, comprensible, quizás, pero inconfesable, también, ocultan como supremo argumento para negar lo que no se puede negar. Igual nació su hijo por estas fechas o les abandonó un novio depresivo y se quedaron en la puta gloria o qué se yo que cuento irán buscando para no admitir lo que no tiene vuelta de hoja que es que este mes, el puñetero noviembre, es tres veces gafe.

Yo, que soy creyente de las pocas cosas en las que merece la pena creer, la poesía entre ellas (gracias Ángeles Mora), he seguido las indicaciones aquellas de Lorca de que "hasta el coñac de las botellas se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas" y, viéndolas venir, he decidido desaparecer del mapa con un truco con el que, estoy seguro, pasaré más que desapercibido y hasta conseguiré, si alguno de esos diez o doce dioses únicos que nos rondan, así lo quiere, salir con buen pie de este nefasto mes. Es posible incluso que se hayan cruzado conmigo por las calles de esta bendita ciudad y no lo hayan notado, pero para que nadie me reconozca, he decidido dejarme el bigote. No, por supuesto, un bigote ostentoso, un llamativo mostacho, al contrario, un bigote de no estar, de disimular, de ¿habéis visto a Juan? -pues no, no ha pasado hoy por aquí-. Un bigote digo, de que pase noviembre sin verme ni de lejos ni de cerca. Ni él a mi, ni yo a él.

También les digo que la idea no es cosa mía; desde hace ya un porrón de años los chicos del Rugby tiene por costumbre dejarse el bigote siguiendo un ritual que tienen hasta su nombre, Movember. Incluso las chicas, que esas sí que no pueden, solidarias y majas y auténticas rugbiers, se hacen fotos con bigotes postizos para recordar que, como el de mama, también hay un cáncer, el de próstata, que se va llevando chicos y que es conveniente prevenir.

Y es que igual no lo saben ustedes, pero en el rugby las chicas son cada día más importantes, y en España, más. Porque además de tener muy buenos equipos femeninos y una gran selección, tenemos una chica de aquí, de Granada, que la Federación Internacional de Rugby acaba de proclamar la mejor arbitro del mundo. La niña, la mujer, que eso sí que es pasear el nombre de esta tierra por el mundo se llama Alhambra, Alhambra Nievas.

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