Mucha masa para tan pocas tortas

Son muchas las historias de presos o señalados para siempre producto de un sistema judicial y policial lleno de lagunas

Hubo un tiempo en que la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) y la propia Policía Nacional no paraban de proporcionarnos carnaza a los periodistas con la que alimentar a los leones, como hacía el encargado de las fieras en El mayor espectáculo del mundo, aquella inolvidable película de Cecil B. DeMille. Un día vimos salir rodeado de policías y tapado por unos cartones al por entonces alcalde de Granada José Torres Hurtado del Ayuntamiento detenido por una presunta corrupción. La televisión, avisada por no se sabe qué parte interesada, estaba allí dispuesta a dejar constancia y de repartir las imágenes a toda España de la detención del primer edil. Otro día nos tocó decir a los periodistas que la directora de la Alhambra, María del Mar Villafranca, había sido inculpada en un delito de malversación de fondos públicos. La directora del monumento más visitado del país tuvo que dimitir de su puesto tras querellarse la Fiscalía de Granada contra ella por un supuesto fraude de más de cinco millones en la explotación del servicio de alquiler de audioguías. Con ella fueron inculpadas otras cuatro personas. También los medios de comunicación se cebaron en su día con el que fuera un empresario importante y atrevido en Granada, José Julián Romero, por el caso de la Casería de San Jerónimo. La Audiencia Provincial ha sacado al promotor de la lista de procesados y ha dispuesto el sobreseimiento de las actuaciones para la exdirectora de Urbanismo, Isabel Nieto. Hay muchos casos más del ruido mediático que ocasionan algunas detenciones e inculpaciones y que luego se quedan en aguas de borrajas, pero me ciño a estos ejemplos de personas que ha perseguido la Justicia y que luego no ha podido condenarlas. De hecho, son muchas las historias de ciudadanos que terminan presos o señalados para siempre, producto de un sistema policial y judicial lleno de lagunas. Personas que han sido rechazadas en una sociedad o incluso en su entorno más cercano por haber salido en los papeles antes de que la Justicia, que es al fin y al cabo el sistema en el que los demócratas tenemos que creer, haya dado su veredicto final. Ciudadanos que no han podido salir a la calle o que han tenido que aguantar miradas acusadoras y cuchicheos maledicentes a sus espaldas cada vez que han entrado en un sitio. En fin, que ha sido mucha masa para tan pocas tortas, como dicen en mi pueblo. Que Dios nos coja confesaos.

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