Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Muertos de tercera

La pandemia revela las deficiencias de las infraestructuras sanitarias, pese a los esfuerzos de sus profesionales

En tiempos de calamidades, nunca vividas por las actuales generaciones, incluyendo a los más viejos del lugar, convertidos en víctimas propiciatorias, es ocasión de mirar las cosas con cristales diferentes que cambian la misma realidad, sobre todo la oficial, con comparecencias insufribles, sobre todo las del presidente Sánchez, con sus interminables peroratas triunfalistas y sus 'respuestas' que no tienen nada que ver con las preguntas. Los ciudadanos confinados por decreto aceptamos todo por responsabilidad y solidaridad. Pero nadie nos puede confinar el sentido crítico. Dicen políticos y comentaristas que habrá tiempo de pedir cuentas a las autoridades 'competentes' de las medidas tardías e irresponsabilidades adoptadas en esta crisis, entre ellas las concentraciones políticas, feministas, deportivas, sociales, con lluvia de besos y abrazos que han sido un festín para el insaciable coronavirus. Ahora sólo cabe arrimar el hombro, pero sin dejar de reclamar acciones claves en momentos tan graves. Es inaceptable la irresponsabilidad de las 'autoridades' al no dotar de todos los medios de protección y acción a los sanitarios que están en primera línea de la lucha contra el virus. El clamor de estos héroes -ya tenemos más infectados en el sector que en Italia, con fallecimientos incluidos- no se solventa a cuentagotas o con material defectuoso.

Y para qué hablar del olvido de los mayores, en residencias donde han muerto miles de ellos, con escenas dignas de Allan Poe, con fallecidos junto a compañeros vivos. Se han olvidado de la 'tercera edad', quizá pensando, como decía un cronista que relataba el accidente del expreso de Andalucía, que "por fortuna, todos los muertos son de tercera", como insisten los propios informantes de hoy para tranquilizar al resto. Teoría repetida por líderes políticos, entre ellos un vicegobernador de Texas que ha dicho: "Los abuelos deben estar dispuestos a morir para que puedan vivir sus nietos". El espectáculo de decenas de cadáveres -hemos superado ya la cifra de muertos de China- depositados en el Palacio de Hielo, de Madrid, esperando su destino final, sería una macabra danza sobre el hielo.

Hay 60.000 contagiados que deseamos se recuperen, porque podemos ser nosotros. Entre ellos, varias ministras, la última la vicepresidenta Calvo, dada de alta en la clínica Ruber que eligió como beneficiaria de Muface. Mientras, miles de ciudadanos colapsan hospitales públicos, de campaña o residencias de esas 'víctimas de tercera', que hasta las apedrean al trasladarlas a otros lugares. Hemos visto imágenes de enfermos tirados en el suelo, en los pasillos de hospitales madrileños. La pandemia revela nuestras carencias sanitarias, pese al esfuerzo de los profesionales.

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