Quousque tamdem

Luis Chacón

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Mundo de expertos

No sé si nos hemos vuelto tontos o veníamos así de casa antes de que se pusieran de moda las redes sociales

No sé ustedes pero yo tengo el Whatsapp que parece la Biblioteca Nacional. Es increíble la cantidad de sesudos estudios sobre las más variadas materias que me remiten amigos y conocidos. No me puedo quejar. Dispongo, gracias a su generosidad, de exhaustivos análisis sobre nutrición, medicina, ingeniería, derecho, religión, economía y política, amén de otras cuestiones de menor interés mediático como la presencia de focas en el ártico o la autoría extraterrestre de ciertos vestigios del pasado. Además, es muy de agradecer que a diferencia de los vetustos libros en papel, gruesos, anodinos e incómodos, los nuevos estudios se resumen en vídeos de un minuto escaso -que oscilan entre lo edulcorado y lo soez-, textos de cuatro líneas, habitualmente huérfanos de signos de puntuación e ilustrativas imágenes acompañadas de alguna frase supuestamente lapidaria.

Hacía ya tiempo que sospechaba que vivo rodeado de expertos economistas que, si les dejasen, arreglarían el problema del paro, el déficit público y la gestión de las pensiones en menos de lo que duran dos cañas en el bar de abajo. Lo malo es que no les dejan. No sé quiénes, pero no les dejan. De todos modos, esta ha sido la semana de los penalistas. Otras vendrán en las que florecerán los médicos y los naturalistas, los filósofos y los físicos y puede que en breve, lo hagan los teólogos. Somos de gatillo rápido. Como los viejos pistoleros de las películas de vaqueros de nuestra infancia. No leemos y mucho menos dedicamos unos minutos a razonar o analizar mínimamente, los mensajes que recibimos. Los reenviamos. Es fácil. Basta con pulsar la imagen de un botón. Ni siquiera requiere una leve fuerza física. Y así, nos sentimos imbuidos de la etérea sensación de haber sido dotados por gracia de la divina red, de la sabiduría de un Aristóteles postmoderno.

He visto -parafraseando al replicante de Blade Runner- mensajes en los que se me asegura que si los reenvío subirán las pensiones, se aplicarán normas penales retroactivamente, bajarán los impuestos, aumentará el gasto público y los osos polares bailaran tangos sobre los icebergs para celebrar el fin del cambio climático. No sé si nos hemos vuelto tontos o veníamos así de casa antes de que se pusieran de moda las redes sociales. Pero me preocupa profundamente el futuro. Una sociedad acrítica y crédula es el mejor caldo de cultivo para los populismos y los totalitarismos.

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