Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Música y política con mascarilla

Si difícil es escuchar una obra maestra asfixiados, resulta mortal inhalar los virus de los discursos políticos

Julio es el mes tórrido por excelencia, sobre todo en el sur de la península donde vivimos. En la mitad de ese infierno termométrico se ha considerado la fecha más acertada para desarrollar el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, eligiendo los días de inicio cuando, tradicionalmente, terminaba. Si, además, las dramáticas circunstancias sanitarias en la que vivimos obligaban a los asistentes a llevar mascarilla, su heroicidad cultural será digna de resaltar. Como lo será la de los intérpretes corales, los conjuntos orquestales y todos los que, de alguna forma, tengan que estar unidos. No sé como sonarán los 'coros participativos' locales de la Novena sinfonía, si han de llevar mascarilla, ya que hubiese sido suicida mantener la programación de la sinfonía de Los mil, de Mahler. Pero, en fin, aunque este año gratos compromisos familiares me hacen perderme el sacrificio de asistir a sus sesiones que siempre he realizado con gusto -incluso cuando los mencionados 'déspotas de la Alhambra' impedían que los taxis recogieran a la 'población más vulnerable' lo más cerca posible al Palacio de Carlos V-, no dejo de lado mi admiración por el público en general y los compañeros que tengan que cumplir con su deber de informar y valorar el acontecimiento cultural más importante de Granada en estas condiciones.

Pero si difícil es escuchar una obra maestra asfixiados con mascarillas, resulta mortal inhalar los virus de los discursos políticos que, probablemente, seguirán emanando miasmas este verano, en parlamentos, diarios hablados, tertulias porque sus señorías estarán de acuerdo en pocas cosas, salvo, como ha ocurrido durante el estado de alarma, en la que gran parte de ellas se quedaron en casa, en cobrar todos, excepto un señor o señora, dos millones en dietas, en una clamorosa ofensa a los que aún no han cobrado los ERTE y otras medidas para paliar a los que están o se van a quedar en la ruina, que según el FMI, aumentará dramáticamente en España.

Habrá triunfalismos sin cuento, agresiones verbales, diarreas ideológicas estivales, pero temo que no habrá acercamiento para abordar, unidos, aunque sea guardando las distancias sanitarias, los problemas reales de los ciudadanos. Por eso, los que puedan, deberían cerrar televisiones, eso sí leer libros o periódicos, y tranquilizarse buscando, dentro de lo posible, otros aires y paisajes. Por lo pronto, quien esto escribe, va a tomarse un largo descanso, dejando descansar también a los queridos lectores, incluso a los que se toman la molestia de disentir o cabrearse porque se critique al jefe. Espero que a la vuelta podamos hablar de cosas más agradables, con permiso del coronavirus.

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